Boda Óscar y Ana

El primer día que quedé a comer con Ana y con Óscar para preparar la boda, lo primero que pensé al hablar un poquito más con ellos y conocerles fue, ¿cómo pueden ser tan diferentes? Porque realmente Ana y Óscar son muy diferentes. Hay matrimonios que tú ves por ahí, parejas pues que yo que sé que se amoldan, que ves que somos más o menos iguales.

Pero en el caso de Ana y Óscar, los que les conocemos vemos, oye, que son muy diferentes. Y yo pensé, ¡qué bonito! ¡Qué bonito! Porque esto es propio de Dios, unir los opuestos. Se le da muy bien. En un canto muy antiguo a la Virgen se le dice a María, salve, tú sola has unido dos cosas opuestas.

Y es verdad porque, fijaos, fijaos, en un puzle las piezas para encajar tienen que ser distintas.

Si no son distintas, no encajan. Lo complementario es aquello que es diferente.

Y de esa diferencia surge la complementariedad. Es decir, tú me complementas, tú me completas. Y esto es precisamente lo que Óscar y Ana estáis celebrando en este día.

Habéis descubierto como un regalo al otro en el camino de la vida. En esta iglesia os conocisteis, en esta iglesia os casáis, San Juan de la Cruz, con actividades de la declaración de juventud de la diócesis. En esta iglesia os encontrasteis y con el tiempo, poco a poco, os fuisteis conociendo, os fuisteis amando y llegó un momento en vuestra relación en que, sin daros cuenta quizá, dijisteis, ya no me imagino un futuro sin ti.

Ya no me imagino un futuro sin ti. Y habéis sido sostén el uno para el otro en este tiempo de noviado.

Qué bonito ha sido cuando has entrado, Ana, en la celebración y Óscar te ha abrazado casi como derrumbándose encima de ti.

Digo, la va a tirar, el loco este la va a tirar, ¿no? Digo, claro, es que esa es la idea, ser apoyo los unos para el otro, los otros.

El libro de Génesis utiliza una expresión muy bonita para hablar de esto, de cuando fueron creados el hombre y la mujer.

Dice que la mujer fue hecha como écer kenekdo, en hebreo, que significa ayuda en su contra.

Hombre y mujer somos apoyo el uno para el otro, pero no porque nos complazcamos y nos digamos que siempre tenemos razón y que sí, que cedamos siempre, sino muchas veces sacando al otro de su zona de confort.

Y esto es algo que también he visto en vosotros, que os sacáis el uno al otro de vuestra zona de confort, de vuestros prejuicios, de vuestras costumbres.

Y eso es muy bonito.

Preparando la boda, habéis discutido varias veces, ¿verdad? No como el resto de matrimonios, que no discuten nunca.

Y esto, en el fondo, es para encontrar una celebración en la que todo lo que amáis, deseáis y creéis estuviera representado.

Pero es que esto es la vida.

O sea, la vida es una complementación en la cual yo soy un apoyo para el otro que le saca un poco de quicio, de vez en cuando, para sacarle de su zona de confort. Y en la cual el otro me enseña a ceder.

No puede ceder siempre solo uno de los dos.

A veces cedo yo, a veces cedes tú. Y así construimos algo más grande que los dos.

No podemos olvidarnos del mundo en el que estamos. Y el mundo en el que estamos nos invita a un amor cómodo.

Yo te quiero, me gustas, estoy contigo un tiempito, tal, pero bueno, no me saques de mi zona de confort, no me saques de mis videojuegos, de mi gimnasio, de mis amigas, de mi no sé qué.

Yo sigo un poco con mi vida y en el momento en el que tú me estás pidiendo que de algún modo dé pasos y cambie de vida, corto.

El otro día vi un meme que me dice mucha gracia, aunque es tristemente real, y es que están dos novios así, bueno, dos, una pareja hablando, y entonces le dice ella a él, bueno, entonces, ¿qué somos? Y entonces suena el aviso de Avast. Su periodo de prueba está a punto de expirar.

Su periodo de prueba está a punto de expirar. Por desgracia, hoy en día, así es como vivimos, ¿no? Una relación así más o menos, y luego ya en cuanto se complica, no, no, no, tú por aquí, yo por allí.

Incluso a veces dentro del matrimonio, que por desgracia, pues, hay matrimonios en los que, pues, con el paso del tiempo, en lugar de construir, ahora hablaremos de eso, pues, al final se acaban también separando, ¿no? Entonces, en ese sentido, el amor no es comodidad.

El amor no es cómodo.

Óscar has estado en Cuba, de misiones, ahí te ha llevado el amor, y el amor no es cómodo, porque te saca de tu comodidad, y te lleva a un sitio donde la gente se muere de hambre, donde hay una persecución religiosa, donde hay dificultades y hay problemas.

O tú, Ana, que estás en el mundo también de la sanidad, y que lo llevas vocacionalmente en la sangre, te das cuenta, ¿no?, de cómo ayudar a los demás muchas veces te saca de tu zona de cómodo.