

Description of Braulio Ortiz Poole: Hombres que dicen Aleluya
Entrevista de Manuel Pedraz a Braulio Ortiz Pool sobre su poemario “Hombres que dicen Aleluya” (Maclein y Parker)
“A los que bailan… (a los que) hacen posible la liturgia”. Con esa dedicatoria se abre el poemario que Braulio Ortiz Pool ha construido con una dramaturgia propia y que, de alguna forma, reproduce la estructura de un espectáculo de danza protagonizado por 7 bailarines, tres de los cuales y un espectador se manifiestan con voz propia, a las que se une en algunos momentos también la de una especie de regidor o un apuntador que va orientando al lector. Los tres bailarines protagonistas (un italiano, un francés y un español), en primera persona, van abordando temas relacionados con la danza y con la vida, como el paso del tiempo (especialmente tirano con los profesionales del baile), el individualismo, el arte como refugio, la identidad o el renacer en la vida. El poemario se cierra con una invitación a bailar como liberación y como expresión de sentimientos, mostrando el júbilo que encierra en su definición la palabra sobre la que se sustenta todo el poemario: Aleluya (siempre en mayúscula)
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HISTORIAS DE PAPEL PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA HOMBRES QUE DICEN ALELUYA, DE BRAULIO ORTIZ PULL.
Yo a veces pienso que es una idea muy original, a veces pienso que es una idea estúpida, como todos los que creamos algo de la nada.
Y realmente sí me interesaba mucho cómo esta...
Bueno, por qué no hago todo lo que yo siento viendo una obra de teatro, un espectáculo de danza, por qué no intentar transmitirlo a un poemario.
Y quería esta estructura casi que de tres actos y un epílogo.
Y bueno, yo he disfrutado mucho escribiéndolo y me he sentido muy cerca de los personajes.
O sea, que al final es verdad que construí una cierta dramaturgia con esos bailarines y el espectador que participa.
La originalidad y también el riesgo del poemario de Braulio Ortiz Pull ha sido plantearlo con una dramaturgia propia y con la estructura de un espectáculo de danza, con un comienzo, una especie de poema pórtico, en el que se hace un planteamiento general sobre lo que supone la danza, el baile, venimos de la tierra de los arrebatados y cantamos al vino, al amor y al baile, y un poema final en el que adquiere protagonismo Enrique, un espectador.
De la belleza nadie sale ileso, dice y añade.
Los hombres y las mujeres siempre han bailado en busca de los dioses.
Y entre uno y otro, tres actos en los que otros tantos bailarines, Gennaro, italiano, Mateo, español y Theo, francés, van tomando la palabra para plantear cuestiones siempre en torno a la danza, pero sin perderle la vista nunca a la vida.
La comunidad, la comunión de la danza frente al individualismo, la celebración de la diversidad, el arte como refugio o el tiempo, el paso del tiempo.
La danza, en este aspecto, es un arte bastante tirano, digamos, con sus creadores.
Y esa tiranía del tiempo en la danza y en la vida está muy presente en todo el poemario.
Martha Graham, que es una coreógrafa y balerina estadounidense estupenda, lo decía, que un bailarín muere dos veces, y una de ellas es cuando deja de bailar.
Y esta historia también está un poco inspirada en un espectáculo que hizo Isabel Vázquez, porque ella hizo hace diez años, once, una obra que se llama Hora de Cierre, y hablaba de eso, de qué pasa cuando alguien cumple 50 años y, de repente, el cuerpo empieza a fallar.
Isabel Vázquez es bailarina y amiga de Braulio Ortiz Púll, una artista con la que ha colaborado el periodista cultural y poeta sevillano, y en uno de cuyos espectáculos se inspira, de alguna forma, parte de su poemario Hombres que dicen Aleluya.
Según la Real Academia, Aleluya, ya sea en su acepción religiosa o laica, es una palabra que significa demostración de júbilo.
En este libro siempre aparece en mayúsculas, y ese júbilo de su significado, Braulio Ortiz Púll lo reivindica no solo para los bailarines profesionales que forman parte de esa compañía imaginaria y de esa representación que realiza, que le sirven para dar forma a la estructura de su poemario, él reivindica ese júbilo también para los espectadores que asisten a esa función y, en general, para la ciudadanía, que sea capaz de liberar sentimientos y prejuicios con su baile, con sus movimientos.
De hecho, una de las citas con las que se abre el libro es de Mónica Ojeda, de su novela Chamanes Eléctricos en la fiesta del sol, que dice El baile limpia el cuerpo y la mente.
Y al final del poemario encontramos otra cita, en este caso, de Billy Elliot, en la que se lee, refiriéndose al sentimiento que genera bailar, es como si desapareciera, como si todo mi cuerpo cambiase.
Yo quería que no fuera solo la historia de una compañía de danza, que también, porque había muchas cosas en esa compañía que me interesaban, sino también defender que la danza es un patrimonio colectivo y que todos bailamos en las bodas, todos bailamos cuando estamos felices y, por eso, quería que en la estructura pasara de los personajes a algo más colectivo.
En la parte final de un bailarín que se llama Teo, digamos que empieza...




















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