La caducidad de la nostalgia

Cuanto tiempo tiene derecho un corazón marchar de menos caduca la nostalgia podríamos decir cuando ya ha sido suficientes y hasta cuanto es normal existe algún sentimiento bajo nuestro control y con los sueños que coño sucede con los sueños recuperáramos algún día el timón y la potestad de borrar según que cosas o personas de nuestras horas de descanso ella soñaba con el cada día de forma más frecuente más fuerte cada día de una forma más real incluso cuando se despertaba le parecía tener en su cuerpo las marcas del paso de sus besos dios le había mirado en ese sueño como solo ellos sabían hacerlo como diciendo te juro que te quiero pero no se si estoy seguro de saber hacerlo bien hay tantas formas de mirarse como historia se han vivido y en sus sueños siempre tenía presente que habían pasado muchos años pero que sin saber como todo había vuelto a ser porque desde que el partido las cosas eran menos cosas la vida menos vida y hasta la alegría para así a estar menos conté venta que sí que la vida había seguido como le habían dicho pero mucho menos y de lejos podía observar les e ir poco a poco acercándose siempre con miedo a que él se alejara como ya era costumbres porque entre ellos el juego de los tiempos fue la eterna constante cuando él si ella no quiso y cuando quiso no pudo por mucho que lo intento pareciera que disfrutar de la coordinación porque al final siempre acababan cómodos buenos gatos lamiendo se las heridas y uniéndose al baile descoordinados pisando se los pies y deseando con todas sus ganas el agarrada y ya de día era capaz de cerrar los ojos y volar aquellas noches fugaces que quedaban atrás el olía a la colonia que cada verano le regalaba su abuela a casa a la primera casa que ella encontró fuera de la suya con los años supo que una acaba por hacer hogar en muchos brazos a veces equivocados su piel era el salvavidas que ella había usado en tantas y tantas madrugadas donde el nudo era demasiado fuerte como para deshacer los sola en aquellas horas donde le escuchó una y otra vez decir aquello de que él siempre estaría de la forma que fuese y lo cumplió el siempre estaba un pie al pasado que ella no quería perder de vista o que simplemente no era tan valiente como para soltarlo a menudo aprendemos a convivir con los recuerdos porque no sabemos hacer otra cosa y cada mañana cuando apretaba fuerte la almohada para contener su enfado y excepción con la realidad en el fondo también sentía cierto alivio una sabe que hay lugares en los que ha sido feliz a los que no debiera volver por mucho que quiera