El Café de Ganimedes. Ep010

Aquí comienza El Café de Ganymedes, un podcast paralelo a Coffee Break Señal y Ruido, producido con la colaboración de iVoox.

¡Ey, María! Aquí, aquí.

¡Hombre! ¿Qué tal? ¡Hola, hola! ¡Hola, Héctor! Muy bien, mira, aquí tengo los cafetitos, los he cargado ya para que lo tuvieras recién hecho.

Tu leche y leche.

¡Ah, sí! ¡Qué bueno! ¿Te acuerdas de mi preferencia? ¡Qué detalle! ¡Qué detallezo! ¡Hombre, cómo no! Además, aquí en Ganymedes tiene mucho éxito el leche y leche de la Primera Colonia, ¿ya sabes? Sí, sí, sí.

La verdad es que es bastante popular aquí.

Supongo que por el tema de la comunidad canaria que hay aquí, el emigrante canario y tal.

Pues fíjate que yo le tengo bastante manía a estos vasos de plástico, no me sabe igual el café.

Café tiene que ser en la tacita de porcelana o si no, mira, todavía como solución un poco de emergencia puedo aceptar el de cristal, pero es que esto de plástico no me sabe igual.

Pero oye, que te agradezco el detalle.

Es que no me da de nada, hombre.

Es que no me dejaban sacar el de cristal, que si no, te lo hubiera traído.

Claro, claro.

Bueno, espero que no te importe que hoy no hayamos quedado en la cafetería, pero me apetecía enseñarte la Plaza de Troya, estar en Ganymedes y no ver la Plaza de Troya.

Es que sería un crimen, un crimen, claro, que no lo habías visto hasta ahora.

Espero que no hayas tenido dificultades para encontrar el sitio, pero vamos, creo que es fácil, no? Sí, sí, muy bien.

Además me iban los datos de Google, me ha llegado hasta aquí perfectamente, con un café en cada mano y el teléfono enganchado.

Bien, mira, hoy está tranquilita, muy bien, si hoy está tranquilita la plaza, se está muy bien.

Mira, aquí hay un banco que es bastante peculiar, es bastante emblemático del sitio.

Vamos a sentarnos aquí.

Lo llaman el Banco de Pompeya, no sé por qué, y es de roca, ¿ves? El típico, no, es un banco de roca como los bancos de piedra que te encuentras, o sea, quiero decir que es de piedra, pero que está hecho con roca de Ganymedes, es local, no está traído de la tierra.

Qué bueno, es rocal.

Estoy aprendiendo del maestro.

¿Y cómo has dicho que lo llaman? El Banco de Pompeya.

De Pompeya, sí.

¿Interesante, no? Sí, no lo sé por qué.

La Plaza de Troya, no sé qué tiene que ver una cosa con la otra, con Pompeya ni nada, pero bueno.

Pues mira, ahora que lo dices, supongo que será por ese reciente descubrimiento del Banco de los Favores, que acaban de excavar en Pompeya, entonces que en Pompeya había unas zonas donde habían construido, claro.

Espera, espera, esta historia yo creo que merece, vamos a sentarnos porque esto me parece que lo quiero escuchar sentado.

A ver, venga.

Está un poquito dura, pero me gusta, no sé, sentir la piedra, tiene ese...

Un poco fría.

Un poco fría.

Eso, sí, eso me gusta.

Voy a poner un pañuelo antes.

Vale.

Voy a poner un pañuelo y me siento.

Estoy pensando, mira, parece que aquí la gente ha grabado cosas, ¿no? Como sus iniciales o Pepito estuvo aquí, ¿no? Estas líneas que hay aquí.

Porque es que lo que te decía antes, lo de, esto seguro que lo han llamado Banco de Pompeya por los bancos de los favores que tenían los antiguos romanos.

Mira, ahora, como te decía antes, se acaba de excavar uno porque han llegado a un acuerdo con el ayuntamiento para ir limpiando, arqueología circular lo llaman, ir limpiando la zona, quitar los edificios que había ahí, que habían construido por encima y ha aparecido un banco justo enfrente de la Villa de los Misterios, que es la villa más misteriosa de Pompeya.

Esa que tiene esos frescos rojos que no sabemos qué hacían ahí, pero hay unas imágenes un poquito disturbing, perturbadoras.

De dos rombos.

Un poco, un poco.

Y nada, en estos bancos se sentaban los, los clientes se llamaban.

Había una ceremonia por la mañana que se llamaba la salutatio.

Entonces el señor, el dominus, el patricio, recibía a esta gente en una cosa que a mí me recuerda al padrino.

¿Tú te acuerdas el padrino que estaba sentado ahí en su sillón, iban entrando la gente a pedirle cosas? A pedirle cosas, sí, porque era como, claro, era como el rey allí en el pueblo y la gente le pedía cosas.

Pues esto lo hacían los romanos y en estos bancos de Pompeya, precisamente, la gente esperaba a lo mejor hasta horas, incluso por la noche, venían por la noche como en los conciertos.

Y entonces tú, abría el señor y los clientes le pedían.