CALMARIA - Emisión 12 de junio de 2025

Bueno pues buenas noches, bienvenidos, bienvenidas, con un pelín de retraso, nos ha pillado aquí un poco el toro, empezamos una edición más de Calmaria aquí en ondalatina.com.es, también a través de Radiomiraje que como sabéis recoge nuestra señal y la almacena y ahí se pueden escuchar los programas últimos que vamos haciendo.

A nosotros nos gusta anunciar un poco las visitas que tenemos por aquí de vez en cuando y vamos a anunciar la de la semana que viene que ya se ha confirmado, estuvo a punto de venir hace poco el señor Jorge Calvo, miembro de New en algunos discos con una carrera discográfica muy interesante con un grupo nuevo, Andarike, pero por un problema de afonía lo tuvo que aplazar y entonces la semana que viene sí que va a estar por aquí y recorreremos toda la trayectoria de este músico Jorge Calvo que ahí sigue haciendo cosas, aunque esté un poco escondido en la sombra, pero hoy tenemos una visita inesperada que nos hubiera gustado poder anunciar, pero bueno las cosas han salido así, el miedo al calor bestial que puede que empiece a hacer dentro de poco nos ha hecho que esta noche nuestro invitado ya esté por aquí y bueno pues vamos a presentarle directamente, no sé si tiene algo preparado para empezar, yo le abro el micro y que diga lo que quiera.

Total, que con una guitarra y unos hongos que tenían nos fuimos con el Apache y dos o tres Heavys y los Gitanos y Antoñito a un descampado cercano y empezamos una buena fumada de grifo, ellos no habían tomado pillorillas pero el Gitano decía que viajaba conmigo y nos llevamos los cerebros con sus pensamientos y sensaciones, nos sentamos en piedra y Antoñito empezó a tocar y a cantar, lo escuchaba desde dentro y lo veía desde fuera, desde arriba nos veía a todos, cuando todo era bueno era buenísimo y los colores eran agradables, esféricos, de tono, arropadores, brillantes, cálidos, con el espacio cubierto de lluvia de estrellas multicolores, pero si alguien preguntaba a la hora o pedía un cigarro o cuando se cortaba una canción, todo se hacía anguloso, metálico, refulgente, con chispas amenazadoras, Forever Walking nos salvó otra vez y nos condujo al cielo, Antoñito la cantó masticándola, se veían los átomos de color en su boca, la garganta era un fuelle, oía como el Gitano lloraba de gusto y veía la melena de Antoñito y la mía ardiendo en amables llamaradas mecidas al compás, mientras que al percutir con las lenguas de fuego de mis manos en la piel de los hongos se producían unas explosiones rítmicas con estrellas de los más variados colores, todas las partículas de los átomos tienen colores cambiantes, el desinhibidor que nos desinhiba y podamos ver buen desinhibidor será.