"Campana sobre campana", un cuento de León Garzón

Hay gentes que cuando se me mueran me va a dar tanta pena ya os digo yo que va a ser inmensa como el mundo entero no sabré qué hacer con ellas con esas buenas gentes que seguirán en mi cabeza si ya no están para estrechar las todos lo fuerte que pueda y piensas cuando te quedas qué será de esas tristes muertes será la tuya tan pasajera es un secreto a voces que no te cuentan nada de la muerte porque no lo saben si lo supieran mejor preferiría no saberlo los hay que no saben siquiera si pudrirse en el mausoleo familiar saldrá acaso su espíritu espantado ahora que ya no queda nada que fingir por amor ni por vergüenza porque se forjaron la piel a tiras como las de una estatua de cobre pensando que no podían cambiar la mezcla de la que estaban hechos aunque tuerzan el gesto y se convulsión en allí siguen igualitos que los suyos quieran o no parecerse a quien les puso el mundo por bandera mirad este tiene el corazón de su padre que se lo arrancó tantas veces la sonrisa de su madre que la mantuvo hasta que doliera sólo podíamos ser de la sangre y el querer de los nuestros aunque después hay quienes resisten y pueden extirpar un trozo de sí mismos y mantener el paso y los hay que lo llevan todo a cuestas y en ambos casos se tuercen un poquito o disimulan para no parecer fantasmas y después nos preguntamos porque los niños agachar la cabeza avergonzados cuando les encomiendan al todopoderoso allá en los cielos al final de sus manos pequeñitas se cae los dioses al suelo y no porque fueran malos sino porque vivien ron allí los veo recogiendo a sus dioses hechos pedazos acunando los de nuevo lo llaman empezar de cero normal si algunos no saben si quieren pasar la eternidad en el mausoleo familiar no te vas a librar de la confusión y el anhelo de las sombras y los fantasmas del duelo porque hay gentes que cuando se nos mueran más para dar tanta pena ya os digo yo que para ser inmensa como el mundo entero solo me queda decirte abrazarás fuerte todo lo fuerte que pueda cuando se mueran un poema de alberto martínez oh ve nada y con este poema tan dicharachero da comienzo la narración de un cuento muy especial uno de esos que se te pegan al corazón y no te sueltan hasta que se no a la última palabra porque de los terrores cotidianos hay pocos tan terroríficos como los terrores familiares no creen así pues acomódense en sokovia el favorito