"Camposanto", un relato de Alberto Martínez Carcedo

En el desierto del tiempo, Dios ha dispuesto a manera de oasis para vuestro descanso, los cementerios.

Acostaos en ellos, pues, y dormid, viajeros desalentados.

Teofil Gautier, La Comedia de la Muerte, 1838 De Sueños del Mundo Subterráneo, una colección de relatos de noviembre nocturno, presentamos Un cuento de Alberto Martínez Cárcedo Se dice que en mis tierras hay una huella del demonio Aquí pisó y aquí sigue su maldición, encortando a través de los siglos Y a ese pie me visto félico, no tardaron en crecerle las raíces Que plagaron mis campos y arboledas, contaminaron los túbulos y las criptas Y de su magia oscura despertó mi conciencia Era un campo santo como otro cualquiera, sólo albergaba la muerte Ahora me siento lleno de vida Mis viejas lápidas se arremolinan en trazos caóticos Algunas de las más antiguas se yerguen repletas de mágicas runas agrietadas de silencios y encantamiento Me recorren formando caminos y laberintos de estatuas cubiertas de yedra De sepulcros y panteones y pirámides pulidas por la lluvia