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Candela y la cueva de los dragones dormilones

Candela y la cueva de los dragones dormilones

9/8/2025 · 08:44
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Érase otra vez Episode of Érase otra vez

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¿Y si los dragones fueran nuestros amigos? Sigue la aventura de Candela y descubrirás que nada es lo que parece.

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CANDELA Y LA CUEVA DE LOS DRAGONES DORMILONES Texto y narración de Elisa Leaño Había una vez una niña de tres años llamada Candela.

Candela no quería ser princesa con coronita, ni hada con varita, ni reina con castillo.

Ella quería ser exploradora.

Toda la mañana se ponía sus botas rojas, una mochila morada pequeñita y salía a descubrir cosas nuevas.

Un día encontraba un escarabajo bajo una piedra, otro día una nube con forma de helado, otro una piedra con forma de corazón.

El mundo es muy grande y yo soy pequeña, pero puedo explorarlo.

Un día, mientras jugaba a saltar charcos, escuchó un sonido extraño.

Candela se quedó quieta.

¿Eso ha sido un león? El sonido volvió más largo.

Candela se llevó las manos a la tripa y se rió.

¡No es un león, es alguien que ronca! Candela siguió el sonido hasta encontrar una cueva enorme.

La entrada estaba llena de humo que subía en espirales.

¡Qué raro, será una fábrica de nubes! En el suelo había huellas gigantes redondas con tres dedos.

Candela comparó su pie con la huella y exclamó.

¡Son como veinte pies míos juntos! Candela respiró hondo.

Se ajustó la mochila y entró.

Dentro estaba oscuro.

Olía a paja y a galletas quemadas.

Y de pronto vio a los dragones dormilones.

Eran enormes, verdes, azules, dorados, pero estaban enroscados como gatos gigantes.

Uno roncaba así.

Otro murmuraba en sueños.

¡Más chocolate caliente, por favor! Otro sacaba humo por la nariz al respirar.

Candela abrió mucho los ojos y susurró.

¡Son dragones, pero no dan miedo! ¡Son dragones que sueñan! De repente el dragón más grande abrió un ojo color ámbar.

¿Qué haces en nuestra cueva? Candela se puso derecha y contestó muy segura.

¡He venido a explorar y a preguntar por qué roncáis tanto! El dragón bostezó con fuerza.

Estamos cansados, pequeña exploradora.

Nadie nos deja dormir tranquilos.

Somos feroces y vienen a luchar contra nosotros.

Candela puso cara de pensar.

A ella no le gustaba pelear, nunca.

Prefería escuchar y buscar soluciones.

Si la gente os conociera de verdad, nos molestarían.

Los dragones se miraron entre sí.

El dragón susurró con voz tímida.

¿De verdad crees que alguien querría conocernos? Candela abrió su mochila.

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