iVoox
iVoox Podcast & radio
Download app for free
By iVoox Audiolibros La hija del médico
This is a preview from an exclusive episode. Listen to the full episode by supporting this podcast!
Capítulo 39

Capítulo 39

6/18/2025 · 13:47
0
3

Description of Capítulo 39

La hija del médico - Capítulo 39

Read the Capítulo 39 podcast

This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.

37. Fern. ¿Por qué la vida suele cerrar el círculo? No importa lo que hagamos y lo que pretendamos hacer en el futuro, parece que siempre acabamos regresando al punto de partida. Eso es lo que me ha ocurrido. A pesar de los años, de las huidas y de las mentiras, he acabado volviendo al lugar donde todo empezó. Aquí fue donde decidí que el doctor tenía que morir. Y este es el lugar exacto de la playa donde sucedió. El frío viento me resulta tan familiar como el paisaje que me rodea mientras permanezco de pie sobre la arena y trato de asumir dónde me encuentro. Nunca quise volver aquí, ni pensé que alguna vez me vería tentada hacerlo. Solo un idiota regresaría a la escena de un crimen. Supongo que eso me convierte en una idiota. ¿Pero lo soy de verdad? ¿O volver a Árbenes me convierte en otra cosa, en algo mucho mejor? Me gusta pensar que sí.

No he regresado aquí por un estúpido error o por alguna razón egoísta. Lo he hecho por lo único que de verdad importa en la vida para una madre. Estoy aquí por mi hija. Estoy arriesgando mi libertad por Cecilia, aunque todavía puede haber una manera de evitar la cárcel si consigo convencerla de que no es la mejor opción. No quiero estar entre rejas, pero más que eso, no quiero vivir sabiendo que mi hija me odia, así que en algo tengo que ceder. Estoy arriesgando todo ahora mismo solo por tener la oportunidad de verla. ¿Dónde está? Miro a mi alrededor, pero no veo rastro de mi hija en esta playa desierta, a pesar de haberla llamado hace diez minutos para decirle que estaba aquí. He cumplido su petición, la que me hizo cuando me llamó mientras yo estaba en París.

He vuelto a este pueblo para que, pase lo que pase, pueda seguir viéndola en el futuro, aunque en esos momentos lleve el uniforme de cárcel y tenga que regresar a una pequeña celda. La sola idea de que un policía engreído me ponga las esposas me revuelve el estómago, tanto como el pensar en pasar el resto de mis días comiendo comida insípida, vestida con ropa aburrida y rodeada de personas miserables que, a diferencia de mí, no fueron lo bastante listas como para librarse de sus delitos y fueron atrapadas en lugar de entregarse voluntariamente. Fue hace mucho tiempo cuando un paseador de perros hizo una angustiosa llamada para decir que había encontrado un cuerpo en esta playa, un descubrimiento que desencadenó una gran investigación y llenó el pueblo de periodistas llegados de todas partes.

Imagínate que no hubiera hecho que mataran a Drew. ¿Qué habría ocurrido entonces? ¿Estaríamos los dos viviendo aquí, compartiendo la casa que compramos en primera línea de playa, la que puedo ver a lo lejos? ¿Seguiría Drew yendo a trabajar todos los días como médico del pueblo, fingiendo ser el hombre más inteligente y compasivo de Árbenes, cuando en realidad no lo era? ¿Seguiría su aventura con Alice o se habría aburrido de ella y se habría ido con otra? Quizá una recién llegada al pueblo, otra mujer que le llamara la atención, una rubia o una morena de melena sedosa que hubiera conocido en el pub. ¿Qué habría sido de mí, la mujer devota? ¿Seguiría en casa intentando encontrar la manera de hacer feliz a mi mujeriego marido, pero sabiendo que hiciera lo que hiciera, nunca podría volver a confiar en él y, lo que es peor, que nunca sería suficiente para él? Podría haber elegido no convertirme en una asesina.

Podría haber sido muchas otras cosas. ¿O solo me estoy mintiendo a mí misma? ¿Realmente solo tuve dos opciones? ¿Ser la mujer traicionada cuyo mejor destino era un divorcio amargo o recuperar el control y hacer que mi marido pagara por lo que me había hecho? En su momento sentí que solo había una opción real, así que tomé mi decisión. Ahora tengo que atenerme a las consecuencias.

Veo movimiento en la playa a lo lejos y siento mariposas revoloteando en mi estómago, pues espero que sea Cecilia. Pero cuando observo mejor la figura que se acerca, me doy cuenta de que no es ella. Sus movimientos no coinciden con los de mi hija. Esta persona se mueve más despacio, un poco más rígida, lo que sugiere que es mayor que mi hija de 18 años y, en efecto, a medida que se acerca, veo que no es Cecilia. Pero sí es alguien a quien reconozco.

Es Audrey, mi antigua vecina de al lado. Si alguna vez he pensado que me estaba haciendo vieja a medida que se acerca en los sesenta, no quiero imaginar cómo se sentirá Audrey, porque ella debe tener más de noventa años. Me alegra ver que sigue activa y disfrutando de un paseo por la playa, aunque sea con la ayuda de un andador. Pero no sé cuánto lo disfrutará cuando levante la vista de la arena y vea con quién la comparte esta mañana.

Comments of Capítulo 39

Support this program to participate in the conversation.