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By Carla Melián y Jose Molina Inquiétame | Psicología con Carla y Jose
Carlos, una historia de trauma: Episodio narrativo #74

Carlos, una historia de trauma: Episodio narrativo #74

6/9/2025 · 04:35
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Description of Carlos, una historia de trauma: Episodio narrativo #74

Carlos era médico militar. Intervenía en zonas de conflicto, donde la sangre, el dolor y la muerte eran rutina. Durante años funcionó sin sentir, hasta que volvió a casa... y algo en él ya no encajaba. En este episodio narrativo, exploramos cómo el trauma puede instalarse en silencio, cómo el cuerpo sigue alerta aunque todo parezca haber pasado, y cómo muchas personas en profesiones de riesgo cargan con un dolor que nadie ve. Una historia sobre lo que se quiebra por dentro cuando afuera todo aparenta fortaleza. Una historia real sobre trauma, disociación y humanidad.

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Carlos era médico militar. Durante años trabajó en una unidad de intervención en zonas de conflicto. Llegaban heridos, a veces mutilados, a veces irreconocibles. Y él cosía, drenaba, salvaba. No tenía miedo, no temblaba, era rápido, preciso, limpio. Decían que era brillante, impasible. Un profesional de los que ya no quedan.

En su base decían que Carlos tenía nervios de acero, pero no era eso. Carlos simplemente se había desconectado. No podía permitirse dudar, no podía permitir que lo que veía entrara demasiado hondo. Así que cerró una puerta en su interior y aprendió a funcionar sin sentir. Volvió a casa un año después. Su hija había aprendido a leer. Su perro ya no lo reconocía.

Su pareja lo abrazó como si abrazara a un desconocido. Carlos sonrió, dijo que estaba bien y volvió a la rutina. Durante un tiempo todo parecía normal, pero de noche no podía dormir. Cerraba los ojos y su cuerpo reaccionaba como si siguiera allí. Despertaba empapado en sudor, con la mandíbula apretada y una angustia que no sabía explicar.

Empezó a aislarse, a tener ataques de ira por cosas mínimas, a no disfrutar de nada. Un día, mientras conducía, se saltó un semáforo. No porque estuviera distraído, sino porque por un instante su mente vio un cuerpo en mitad de la carretera. Uno que no estaba. Su sistema no había vuelto del todo. Él sí, pero su cuerpo seguía alerta.

La gente le decía que se cuidara, que fuera al gimnasio, que saliera más, que viajara, que distrajera la mente. Pero nada funcionaba, porque lo que Carlos tenía no era estrés, ni tristeza, ni siquiera cansancio. Carlos estaba altamente traumatizado, fragmentado. Había dejado partes de sí en cada escena que vivió. Y ahora, ahora no sabía cómo volver a juntar todas esas piezas.

Una tarde, su hija se asustó y gritó. Él sintió como su corazón casi sale de su pecho. La niña había visto una araña. Pero Carlos ya no estaba allí. Se había vuelto a ir por un momento. Fue entonces cuando definitivamente entendió que algo dentro de sí se había perdido. Y no, Carlos no es un caso aislado. Hay miles de personas como él. Personas que han pasado por experiencias extremas en contextos donde no se les permitió quebrarse. Donde se esperaba de ellas una entereza que rozaba lo inhumano.

Militares, policías, personal de emergencia, sanitarios, profesionales y profesiones enteras donde el trauma no sólo es probable, es casi inevitable. Sólo en el personal sanitario, especialmente tras la pandemia, se han registrado cifras de entre el 15% y el 25%, con síntomas compatibles con trastorno de estrés postraumático. Y en cuerpos de seguridad como la policía, ese porcentaje oscila entre el 7 y el 19% según distintos estudios europeos. Pero lo más preocupante no es sólo cuántos lo padecen, es cuántos lo silencian. Cuántos como Carlos siguen cumpliendo funciones mientras por dentro están sobreviviendo a diario.

Porque el trauma no siempre viene de un solo evento. A veces es la acumulación de pequeñas violencias, de muertes presenciadas, de decisiones imposibles. A veces es la culpa, el silencio, la soledad y sobre todo lo que más trauma deja es no tener un lugar seguro donde poder contarlo.

Por eso, si trabajas en alguno de estos ámbitos o si amas a alguien que lo hace y notas que hay algo que no encaja, algo que se desconecta cuando todo parece estar bien, no lo ignores. Porque el trauma no siempre se ve, pero siempre deja huella y mereces que alguien te ayude a encontrar el camino de vuelta.

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