Caza de migrantes: el verano del odio (EFECTO LLAMADA - CARNE CRUDA #1542)

¿Va usted a poner la guillotina en la Puerta del Sol? Pues sí señor, la guillotina, la guillotina.

No voy a seguir toda mi vida escribiendo panfletos y desporticando contra los bolbones, sí señor, la guillotina.

¡La reina! ¡Zaz! ¡Guillotina! ¡Los chulos de la reina! ¡Zaz! ¡Guillotina! ¡Los chulos del rey! ¡Zaz! ¡Guillotina! ¡Los ministros! ¡Zaz! ¡Guillotina! ¡Los obispos que los rodean! ¡Guillotina, guillotina, guillotina, guillotina! ¡Todos guillotinados! ¡Sí, señor, la guillotina! ¿Ha terminado usted? ¡Sí, señor! ¡Vamos a comer! Dice el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que en Gaza no hay un genocidio, porque genocidio fue el holocausto.

Como si no hubiera habido un genocidio de los kurdos, armenios, tártaros o indios americanos, ni en Bosnia, Ruanda, Tíbet, Congo, Camboya o Sudán, porque hubo un genocidio de judíos.

Tampoco nos sorprende, Almeida le concedió a Israel la medalla de honor del Ayuntamiento madrileño, cuando ya estaba masacrando a los palestinos.

A los palestinos a los que lleva exterminando, expulsando, torturando, humillando y encarcelando desde hace casi 80 años.

Medalla de honor, sí, en limpieza étnica, ocupación ilegal y apartheid.

Alcalde, creo que hay un poco de comentario en su racismo.

Yo quiero pedirle al señor Almeida, ahora que acaba de ser padre, que se imagine por un momento, si es que puede hacer ese ejercicio de empatía, que se imagine por un momento a su bebé, en Gaza, cadavérico, famélico, con el vientre hinchado y en los puros huesos, llorando desesperado porque no tiene nada que comer y porque se asusta cada vez que una bomba estalla a su alrededor y hace temblar la tierra y los muros.

Le pido que imagine, por un momento, a su hijo aplastado por una de esas bombas que le cae encima y le entierra entre los escombros, como hemos visto a tantos bebés ya, tantos, que nos duelen los ojos.

Le pido que imagine lo que queda de su cuerpo desmembrado, cubierto de sangre y polvo.

Le pido que imagine que su hijo es uno de esos niños palestinos y de esas niñas palestinas de los que ha quedado solo un trozo.

Le pido que imagine que es uno de esos niños a los que les han arrancado incluso el rostro, como también hemos visto horrorizados.

Le pido que imagine que es uno de esos padres en Gaza que intenta salvar a su hijo de las bombas y del hambre y que no puede dormir por las noches por el miedo a que muera bombardeado o desnutrido.

Le pido que imagine que es uno de esos hombres que va a buscarle comida y muere tiroteado.

Le pido que imagine que no, que tiene suerte, que vuelve a casa con la comida y se encuentra que su casa ha sido arrasada y no solo su bebé, también su mujer ha fallecido.

Le pido que imagine que antes perdió a sus padres en otra de esas ocasiones en las que Israel tenía derecho a defenderse.

Le pido que imagine que antes aún sus abuelos fueron expulsados de su hogar y de su pueblo por esos mismos israelíes a los que defiende y premia tan orgulloso.

Le pido, finalmente, que imagine que él es como esa madre que abraza desecha el cadáver amortijado de su hijo en la fotografía que ha dado la vuelta al mundo.

Le pido, José Luis, que imagine lo inimaginable, porque eso es lo que está ocurriendo en Gaza y que después de imaginarlo, de ponerse por un solo segundo en la piel de los palestinos y palestinas, nos diga entonces si hay o no hay un genocidio.

Subtítulos por la comunidad de Amara.org