

Description of Chapter 6
La pelota caliente - Chapter 6
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Sexto.
Papá, siempre que juega, me lleva al estadio.
También lleva a Nacho, pero él es muy necio y a papá eso le molesta.
Por esa razón a veces lo deja en casa y entonces el pobre Nacho se queda llorando porque le toca escuchar el partido por radio, que no es lo mismo que ir al estadio, y a él eso le da mucha rabia.
A veces hasta se revuelca en el piso que da miedo y se jala el pelo como un loco y se golpea la cabeza contra la pared.
Yo también creo que lloraría mucho si mi papá me dejara en casa.
Por eso procuro portarme bien y no pedir mucho cuando estamos en la calle, que es lo que a mi papá más le molesta.
Me duele mucho cuando Nacho se queda llorando porque no es lo mismo oír el partido por radio que ir al estadio, y menos para nosotros porque papá es famoso y todos lo saludan.
A veces cuando estamos en el colegio todos nos saludan y nos dicen cosas chéveres y le preguntan por nosotros y entonces les contesta que somos mejores que él, pero que estamos estudiando para algún día ser doctores y a nosotros eso nos gusta mucho.
Y si nos encontramos con alguien del colegio, de inmediato le agarramos la mano para que se entere de quién somos hijos y nos miren con admiración y nos pregunten cosas de mi papá en el recreo y nos metan en todos los equipos y nos quieran mucho.
Lo que ocurre es que mi papá es tremendo pelotero y los periodistas dicen que es el mejor de Colombia.
Y yo también lo digo, porque por algo es el cuarto bate de la selección y el cuarto bate siempre es el que más batea.
Por eso, cuando jugamos bolita de caucho en los recreos, yo quiero ser el cuarto bate del equipo de mi curso y casi nadie me lo discute.
No porque sea el mejor, porque todo el mundo sabe que Jaime Villadiego batea más que yo, sino porque todos saben que soy el hijo de mi papá y ellos también lo admiran.
Hasta el profesor Rojano, que es un profesor muy inteligente, me habla de él y me dice que estudie mucho para que no lo deje mal y hasta asegura que vamos a ser campeones mundiales, porque mi papá está en la selección y a él no hay pitcher que lo detenga.
Y yo le creo al profesor, porque se nota que ha leído muchos libros y sabe mucho.
Pero lo más chévere de este profesor, lo que más me gusta, es que desde que supo que soy hijo de mi papá, no me pregunta en clases, ni me pide las tareas y mis compañeros se dan cuenta, porque es muy evidente su preferencia.
Pero a mí no me importa porque no se atreven a decir nada.
Además, ellos no quieren perjudicarme porque son mis amigos, menos algunos envidiosos, que seguramente tienen un papá que no ha jugado ni bola de uñita.
Pero mi mamá me dice que a los envidiosos no les ponga atención y así lo hago.
Ellos no tienen la culpa de no tener un papá como el mío, porque uno no escoge al papá que le toca.
Claro que si me hubiera tocado escogerlo, yo sí hubiera escogido el mismo, porque es el mejor papá del mundo.
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