El cierre de Iker: Misiles soviéticos apuntaban hacia Vitoria

Pues, fíjense, yo creo que lo he contado alguna vez, hay momentos que son como grabados a fuego, como un sello indeleble dentro de nuestro cerebro, y de alguna manera esos momentos no se marchan y están ahí pivotando sobre nuestra propia realidad.

Y... ¡qué curioso! Stephen King decía, en su obra Danza Macabra, que es para mí la mejor y es un ensayo sobre el miedo, o sea, no es la típica novela de Stephen King, cómo él sintió uno de estos fogonazos en la mente, que le condicionó de por vida, cuando en una sala de cine, lo he contado, se para la proyección y el hombre que pone las filmaciones, que es del pueblo, un pequeño pueblo de Maine, donde el cine era el acontecimiento para todos los niños, pues de pronto, de repente, dice...

Queridos niños, los soviéticos han puesto el Sputnik sobre nuestras cabezas y nos están observando.

Y el terror tremendo que llegó a toda esa platea llena de muchachos que entendieron lo que era un miedo diferente.

Y hace bastantes años, 40 creo ahora mismo, me acuerdo perfectamente en el Estadio de Vitoria, que era un sitio donde íbamos a jugar al fútbol, mi amigo Borja, mi amigo Héctor, mi primo Roberto Goar, y que estábamos ahí, pues como íbamos, yo no sé cómo iríamos, pero tocando el balón tango, dándonos pases seguro de futbito, y en un momento dado lo tengo grabado aquí, sobre un asiento, en el paseo de la senda, hay un periódico local, y en el periódico local en la portada pone...

Misiles soviéticos, porque eran soviéticos, apuntan hacia Vitoria.

Era un poco la Guerra Fría, y es como esos niños, 10 años, 9, 10, con sus sueños e ideas, y de repente dices...

Bueno, pues ahora estamos en un momento donde el mundo se enfrenta, yo espero que no llegue a ninguna deflagración, evidentemente, mundial, lógicamente, y que impere la concordia en un mundo tan complicado y tan delicado, pero mi sensación es que...

Bueno, estamos en un umbral de incertidumbres tremendas, son grandes pensamientos, cosas que dicen qué pasará con el mundo.

Hoy mismo, esta noche, Martín Warszawski nos ha dado una lección increíble de anhelo y tecnología, de búsqueda de vida en otros mundos, son cosas como muy grandilocuentes y muy positivas, pienso yo, depende cómo se mire, también para otros serán terroríficas, y fíjense, pensando en todo esto, es más, creando las músicas para este tema, estaba yo en mi casa, estaba yo...

Bueno, haciendo unos acordes que sonaran así, tipo Vangelis, pero claro, Vangelis...

Vangelis de Treviño, ¿no?, como soy yo, es decir...

Y que sonase un poco espacial, un poco esperanza, porque la vida en la Tierra a veces se complica y el ser humano busca otros lugares que colonizar.

Pasa lo mismo entre los países, ¿no? Y estaba yo ahí y recibo una llamada.

Y bueno, ya supe en ese instante que iba a ser otro de esos momentos para mi amigo Nacho Navarro.

Fíjense, me llama Nacho Navarro en shock, porque día de lluvia, como estamos viviendo en estos últimos días, en la carretera, y Nacho Navarro es de los que hace muchos viajes a lo bravo, y venga, no duermo, o voy cansado y me da igual, porque lo sé muy bien, y se atraviesa media España.

Eso lo hemos hecho todos.

Yo lo hacía en mis tiempos y eso no puede ser, hasta que me di cuenta de... no tuve ningún susto, en carretera he tenido mucha suerte, casi siempre, y he estado años y años en la carretera.

Cuando llega el cansancio, hay que parar, hay que dormir, lo que sea.

Pero muchas veces las circunstancias...

¿Qué le pasó a Nacho? Pues que en la provincia de Granada, delante de él prácticamente, ve como un coche se despista, un coche...

No sé si sería el móvil, no se puede saber, o el agua, pero como un despiste, porque los coches tienen bastante solidez para aguantar el agua, pero se va, y se da contra el quitamiedos, contra la medina y quitamiedos.

No les quiero dar más detalles, porque son muy escabrosos y muy terribles, pero Nacho se baja cuando no hay nadie, y el quitamiedos se ha convertido en una cuchilla que ha sesgado la vida de una familia.

O sea, terrorífico.

Y con quien queda vivo, Nacho está hablando para mantener la calma, y me cuenta Nacho, imagínense la llamada, que tarda 25 minutos en llegar la ambulancia.

Lo que tiene que hacer, o intentar poner cierta paz, claro, Nacho Navarro no es un cualquiera, Nacho Navarro es un hombre,