Cómo Alimentar bien tu Cerebro

Bienvenido, bienvenida a la teoría de la mente. ¿Cómo estás? Hemos creado este espacio en forma de conversación para aprender juntos cómo cuidarnos mejor en general y con un énfasis especial en la salud mental. Somos psicólogos, especialistas en ansiedad con más de 25 años de experiencia. Si necesitas ayuda, puedes llamarnos al 91 119 8157 o escribirnos a infoarrobaamadag.com. Y no olvides visitar nuestra escuela de ansiedad. La encontrarás en escuelaansiedad.com. Allí descubrirás el espacio más completo para entender lo que te sucede y para encontrar herramientas que te ayuden a gestionar tu ansiedad.

La teoría de la mente. Porque cuidarnos es el primer paso para vivir mejor.

Bienvenidos a esta inversión en un tema que, bueno, nos toca muy de cerca. La conexión entre lo que ponemos en el plato y cómo se siente y funciona nuestra mente. Va mucho más allá de simple combustible. Es casi como si la comida pudiera ser, no sé, información directa para nuestro cerebro. Es una perspectiva fascinante, la verdad. Y cada vez más respaldada.

Las investigaciones que hemos podido revisar, bueno, revelan mecanismos que son realmente sorprendentes. No se trata solo de esa idea un poco genérica de comer sano, ¿sabes? Sino de entender por qué, por qué ciertos componentes de los alimentos son críticos para la función cerebral diaria, para regular el ánimo incluso. ¿Cómo podrían influir en condiciones como la ansiedad o la depresión? Justo ahí, justo ahí queríamos llegar. La misión de hoy es destilar a partir de toda la información disponible, cuáles son esos nutrientes y alimentos clave. Comprender su papel específico y ver cómo casi, bueno, bocado a bocado podemos estar apoyando nuestra salud mental. Vamos a explorar esto a fondo, a ver qué encontramos.

Si pensamos en el cerebro, su complejidad es abrumadora, ¿verdad? Consume una cantidad enorme de energía, creo que alrededor del 20% del total que ingerimos. Una barbaridad.

Pero lo que es aún más impactante, yo creo, es darse cuenta de que está construido literalmente con las materias primas que le damos.

Con la comida, totalmente. La conexión es directa y estructural, además. Los nutrientes que obtenemos son los ladrillos y, digamos, las herramientas para todo. Hablamos de la síntesis de neurotransmisores, esas moléculas mensajeras, ¿no? Como la serotonina, la dopamina, que modulan cómo nos sentimos. Hablamos de construir los receptores que captan esas señales y hablamos de la salud de las propias células cerebrales, las neuronas y las células gliales, que son las que las apoyan. Por ejemplo, se sabe que ácidos grasos específicos, como los omega-3, son componentes cruciales de las membranas de estas células. Y no solo eso, es que la alimentación impacta directamente en la neuroplasticidad.

¿La neuroplasticidad? Suena importante.

Es esa capacidad increíble del cerebro para reorganizarse, para formar nuevas conexiones.

Incluso para generar nuevas neuronas a lo largo de la vida. Un protagonista aquí es una molécula llamada BDNF, Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro. A veces se le llama, bueno, coloquialmente, fertilizante cerebral.

Fertilizante cerebral. Me gusta.

Pues sí, porque ayuda a que todo crezca y se conecte mejor, ¿no? Y parece que ciertos patrones dietéticos, como los de la dieta mediterránea, por ejemplo, que es rica en nutrientes específicos, pueden favorecer niveles más altos de este BDNF.

Por otro lado, las dietas con muchos ultraprocesados, azúcares refinados, grasas de mala calidad, parecen hacer justo lo contrario. Podrían afectar negativamente no solo la función, sino también la estructura del cerebro. Hay investigaciones que sugieren incluso una relación con el tamaño de áreas clave para la memoria y el ánimo, como el hipocampo.

Esto que comentas nos lleva a un punto que las fuentes destacan como crucial, y quizás menos conocido. La inflamación. Pero no la de un golpe, ¿verdad? No, no es así.