
Complejo e hipocresía del antifranquismo oficial

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 270 de «La lucha por el derecho» nos habla de la conducta de la clase política española, renegando del franquismo, pero aceptando la relación de poder y el origen de legitimidad del mismo.
En el siguiente enlace pueden acceder a los artículos de Pedro Manuel González: https://www.diariorc.com/autor/pedromgonzalez
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Somos republicanos, somos repúblicos, y he dado una explicación que he visto que algunos ya la han recogido para que no se molesten.
Yo sé dónde está la clave.
Yo estoy seguro que ninguno de los asociados al MCRC es prepotente, pero tienen un sentimiento de superioridad intelectual innegable y lógico, y el sentimiento de superioridad intelectual es tan estudiado y conocen mi libro Teoría Pura de la República.
Entonces, cuando toman posiciones, las toman a sabiendas de que están dentro de una corriente de pensamiento que es la más rigurosa que se ha expresado hasta ahora nunca en la literatura mundial, en la literatura científica, sobre lo que es la democracia y lo que no es democracia.
Entonces, esa seguridad que tienen los miembros del MCRC de estar en el camino, la demuestran, por ejemplo, algunos de los miembros de la CUP, que han dejado la CUP y están con nosotros desde hace años.
Y estaban en la CUP y han dicho que van a Barcelona y que van a encontrarse allí con los de la CUP y que es que van a pensar que se han salido de la CUP y ahora están en el MCRC.
Con la seguridad, y lo dice expresamente, que aquí ha encontrado la verdad y una vez que se encuentra esa verdad demostrada, pues ya no se puede salir de ahí.
Entonces, no es que seamos prepotentes, es que tenemos mayor seguridad en lo que decimos y afirmamos porque creemos de verdad en ello.
En cambio, los que defienden este sistema, bien la monarquía o bien el federalismo, otras propuestas, que no creen en ellas.
Entonces, lo dicen porque admiten todas las opiniones y nosotros no.
Nosotros tenemos criterio y no admitimos todas las opiniones, sino solamente aquellas que están fundadas en argumentos de la razón o han sido probadas.
Por eso, los miembros de asociados pueden parecer prepotentes.
Y les ruego a todos que esa seguridad que tienen, la manifiesten, no con condescendencia, pero con mayor amabilidad o mayor educación, para que no los confundan de que son unos creídos.
No es eso, es que simplemente sabemos de verdad lo que es la democracia.
Y sabemos que lo que hay aquí no es democracia.
La ilegalización de asociaciones que ensalzan o defienden el franquismo no es más que una nueva maniobra de la monarquía de los partidos estatales para reforzar su legitimidad aparente.
Todo ello sin alterar en absoluto su naturaleza constituista del franquismo político, sociológico, institucional e incluso jurídico.
Aparentan destruir lo que en realidad están perpetuando.
El régimen actual, surgido de una transición sin ruptura ni libertad constituyente, es en esencia una prolongación del régimen anterior, aunque revestido con ropajes de falsa democracia.
No es más que el franquismo sin franco, una oligarquía de partidos enmascarada bajo una falsa constitución otorgada con libertades concedidas, que por tanto tan fácil se dan como se quitan.
El franquismo, como dictadura unipersonal, concentró el poder en la figura de un solo hombre, Francisco Franco.
Pero su sucesión, acordada por el propio dictador, no condujo a la fundación de una democracia, sino a la reforma cosmética dirigida por las mismas élites que lo sustentaban que llegan al acuerdo de repartirse el poder con quienes aspiraban a ocupar su lugar.
De la ley a la ley, el poder a sí mismo.
Todos ganaron con el consenso.
El principio franquista de legalidad sin legitimidad fue transferido íntegramente al régimen del 78.
¿O es que acaso hubo libertad política o libertad constituyente, mejor dicho, que desembocara en la libertad política, de modo que el pueblo español pudiera decidir entre república o anarquía, entre parlamentarismo o presidencialismo, entre representación o entre partidocracia? No.
Hubo una reforma desde dentro promovida por el rey designado por Franco y llevada materializada por procuradores reciclados en parlamentarios.
Y fue precisamente ese continuismo pactado el que evitó una ruptura con el régimen anterior.
Por tanto, cuando se aprueban leyes para ilegalizar el franquismo, lo que se hace no es más que significar una falsedad, un complejo, como cuando se desentierra al dictador.
Es matar al padre.
Como si hubiera existido una ruptura, en realidad que nunca ocurrió, se trata de ilegalizar el franquismo simbólico, sus fundaciones, sus homenajes, sus bustos, de modo que sirve al régimen actual para presentarse como si fuera su antítesis, cuando en realidad es su producto directo.
Una amenda dialéctica.
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