Conocer el Amor de Cristo - Efesios 3:17-19

Esta oportunidad de poder estar con ustedes.

Ya de tiempo atrás el anhelo estaba en nuestro corazón y por una razón u otra no habíamos podido concretar ese deseo.

Pero gracias a Dios porque llega el momento en que Dios sabe que es preciso y son sus tiempos.

Y el conocerles me llena de gozo.

Soy Noé Ruiz, dijo Noé Nava, pero soy Noé Ruiz.

No venimos de México, venimos de Catepec.

Creo que lo dijo todo mal, pero vamos.

Pero gracias a Dios por la bienvenida.

Muchas gracias, hermano.

Me acompaña mi esposa, también mi yerno, mi hija, mi nieta están por aquí.

Y aunque radicamos en la ciudad de Puebla, sí servimos en Catepec, Estado de México.

Es allá donde Dios nos ha sembrado ya de muchos años.

Prácticamente somos chilangos radicados en Puebla.

¿Cuántos hay? Igual que yo.

No, pues la mitad de los que estamos aquí.

Muchos venimos de la ciudad de México a radicar en esta hermosa ciudad.

Y ahora sí levanten la mano los poblanos.

Gracias por recibirnos en su ciudad, en su estado.

Gracias a Dios porque hemos estado ya por ¿cuántos años? Veintitantos años ya estamos acá en Puebla.

Nuestras tres nietas, y está una cuarta por llegar, nacieron acá.

Así que ya nos sentimos más poblanos que chilangos.

Y gracias a Dios por la invitación.

Gracias, Fidel, Rosario, Carlita, Jimena.

Gracias por la invitación.

Vamos a la palabra del Señor en Efesios 3.

Vamos a leer del 17 al 18.

Efesios 3, del 17 al 18.

Vamos a leer estos tres versículos y hacemos algunas reflexiones importantes basados en este pasaje.

Dice así la bendita palabra del Señor.

Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que arraigados y cimentados en amor seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento.

Para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Quiero volver a leerlo.

Yo le quiero pedir a usted que vaya pensando en cada frase que se conecta una con otra y que llega los versos a un clímax, un propósito.

Pero vea el detalle y ahorita lo vamos desglosando con la ayuda del Señor.

Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin, hay un propósito, de que arraigados y cimentados en amor seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento.

No pierda de vista esa paradoja.

Conocer lo que no se puede conocer y de conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento para que seáis llenos, el propósito final, de toda la plenitud de Dios.

Les hago una pregunta.

Todos tenemos una medida de amor, todos tenemos la capacidad de amar, pero le quiero preguntar, ¿qué es capaz de hacer usted por amor? Porque en la medida en que nosotros vemos el atrevimiento, si lo queremos llamar así, de amar, en una, vamos a decir otra palabra, espero que no le suene rara, con extravagancia o con arrojo, ¿a qué se atrevería usted a hacer por amor? Y inmediatamente pensamos en el objeto de nuestro amor, las personas que nos rodean, nuestra familia en primer lugar, esposa, esposo, hijos.

Y sabemos los que somos padres, que nuestra expresión de amor, aterrizando lo que es intangible, vamos a hablar del amor como el sentimiento, pero para llevarlo a la práctica, ¿qué seríamos capaces de hacer por amor? Sabemos, por ejemplo, que en nuestro país, con tanta inseguridad, tenemos unas demostraciones de amor muy atrevidas, por las manos de Dios.