La ContraRéplica - Turiel y el decrecentismo

Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 28 de septiembre de 2025 y esto es La Contracrónica.

Bienvenidos a La Contrarréplica, que llevábamos ya un tiempo sin hacer Contrarréplica, os lo contaba ayer en la contraportada, es lo que hicimos durante el mes de agosto especialmente, y parte de julio, pues los fines de semana, no todos, pero sí una parte, me los he tomado libres para disfrutar un poquito del verano y sobre todo de la ciudad en la que estaba, que es muy bonita y que merece la pena ser conocida, sobre todo si lo haces en bicicleta. Bien, pues ya volvemos a las contrarréplicas, que como ya sabéis son todos los domingos, esta contrarréplica monográfica dominical, todos los domingos en los que puedo hacerlo, es decir, en las que el sábado estoy en el estudio.

A partir del otoño, que lo tenemos ya encima, bueno, no, encima no, estamos ya en otoño, de hecho desde hace unos días estamos en otoño, aunque todavía nos quedan los ecos del verano, al menos aquí en Madrid, donde se está a una temperatura muy agradable. Bien, traigo varios temas hoy, algunos siempre de fondo, ya sabéis que las contrarréplicas de los domingos son temas de fondo, siempre interesantes, que me traen los contraescuchas, lo hacen a través de un número de WhatsApp, el 69827909, me envían las notas de voz, bien, lo sabéis, los habituales, porque me enviáis muchos de vosotros notas de voz para que las pasen a lo largo de la semana, aunque eso sí, son temas más atados a la actualidad. Los que están relacionados con historias más de nuestro tiempo, podríamos llamarlas, estas me las traigo a los domingos, las guardo y bueno, pues cuando me llega su momento las selecciono para que quede una contrarréplica lo más rica posible y lo más variedad posible, pues las paso.

Os pediría que cuando mandáis una nota de voz me digáis cómo os llamáis, eso es importante, ya sea debido a voz, soy fulanito, o me lo dejéis escrito en la misma nota de voz, eso es importante y la segunda cosa es que se oiga bien, es decir, que cuando os pongáis a grabar no haya mucho ruido de fondo, no tengáis una excavadora en una palabra, pero quien dice una excavadora, pues dice también el tráfico rodado, a veces lo mandáis a las notas de voz cuando vais por la calle y la verdad es que se oye de todo, el autobús que pasa, el taxi, el coche de policía que va por ahí, en fin, es mejor hacerlo, al igual que yo procuro que haya el mayor silencio posible aquí en mi estudio, pues lo mismo os pido, que os pongáis en silencio y me grabéis vuestra nota de voz, esto es no sólo para mí, sino para todos los contrascuchas, este no deja de ser un programa de radio y aunque desde hace ya unos meses a mí me podéis ver en vivo, que no en directo, pero si me podéis ver a los contrascuchas se les sigue escuchando al modo radio, a los que me envían las notas de voz. Bien, pues dicho esto, pasamos ya a la contrarreplica.

Empezamos la contrarreplica de esta semana con Johannes, que es nuestro querido cubano que vive en Ecuador, que nos habla de un tema muy interesante, nos habla del grado de intervención en la economía que debería tener el Estado. Recién estuve escuchando tu opinión, tus observaciones sobre la cuestión del grado óptimo de intervención en la economía para considerar que se vive bajo un régimen de libertad. Y en esto aquí hay varias cosas. Lo primero es descartar, yo creo que es como una fórmula, y lo primero es determinar bien las variables.

Hay que descartar en primer lugar la incertidumbre dentro de la definición. Normalmente me pasa con mis estudiantes y en eventos, congresos, personas con las que normalmente uno debate esto, que no hay una definición unívoca en torno a qué cosa debe considerarse intervención en la economía. Y el ejemplo lo estás poniendo tú. Por ejemplo, yo percibo que cuando hablas de intervención en la economía estás hablando de la determinación por parte del Estado del precio de los productos.

Y aquí hay una cosa que hay que señalar, que intervención en la economía no es solamente una cuestión de fijación estatal de precios, sino que hay que tomar en cuenta todo tipo, todo orden o regulación que emite el Estado para ordenar cierta determinada actividad económica.

Por ejemplo, una empresa que se dedique a producir mesas quirúrgicas, el Estado, a lo mejor el Estado no se mete en el precio en el que va a vender ese producto, pero el Estado sí está legitimado