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By MOMENTOS CON LUIS RODRIGUEZ Momentos con Luis Rodríguez
Controlaba a mi novia por celos obsesivos

Controlaba a mi novia por celos obsesivos

2/19/2025 · 20:09
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Controlaba a mi novia por celos obsesivos

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Bueno, es como un piezo. Esto es tan largo que no sé cómo empezar.

Tú intenta explicarlo.

Sí, a ver, yo conocí... Bueno, iba a casarme con una chica.

Sí.

Y la dejé un mes antes de la boda.

Sí.

En el transcurso de a ver si arreglamos la cosa o no, aparecía otra chica.

Sí.

Y me fui con esa chica.

Vaya.

Teníamos una relación muy bonita.

Pero esto fue un mes antes de la boda.

Un mes antes de la boda.

Con tu novia.

Con mi novia.

¿Y tú dejaste a tu novia completamente? ¿La dejaste? Sí, la dejé, la dejé.

Sí.

La dejé.

Y en el transcurso de ese tiempo...

Sí.

Lo que era, o sea, con la que me iba a casar, aún quería volver, pero yo ya estaba con la otra chica.

Sí.

Vale.

Entonces ya empezamos con esa chica.

Una historia muy bonito.

Un año, dos años, hasta cuatro años.

Estamos hablando de la segunda chica.

Sí, de la segunda.

Sí, porque a tu novia la dejaste.

Sí, sí, a ella la dejé.

Sí.

Totalmente.

Sí.

Y entonces dices que fue muy bonito.

Un año, dos años, tres años.

Sí.

Sí.

Eso ya con la otra chica.

Sí.

Vale.

Hasta que ya empezaron un poquito lo que son celos.

Sí.

Mensajes en los móviles de chicos, mensajes en el teléfono fijo de chicos.

Sí.

Desapariciones.

Sí.

Salidas raras.

Sí.

Total que hice mis averiguaciones.

Sí.

Y lo único que hacía pues era ir al bingo.

¿Ella? Ella.

Vaya.

Sí.

Era día sí, día no y diario.

Solo sabía ir al bingo.

Vaya.

Entonces yo lo que...

A mí lo que me pasó fue un ataque de celos tremendo.

Sí.

Tremendísimo.

Y lo que hacía era acosarla, perseguirla, hasta que ella se agobió bastante.

Tú descubres que ella va al bingo.

Y ¿qué pasa? Bueno, pues nada, se lo digo.

Sí.

Se lo comento y ella dice que no, o sea, me lo niega rotundamente.

Sí.

Entonces, bueno, lo dejamos estar.

Veo que solo es el bingo.

Entonces como que me quedo más tranquilo, ¿no? Sí.

Y ya pues digo, pues nada, por lo menos no está con otro.

Sí.

La sospecha era la que tenía yo.

Lo que pasó también después fue que en el transcurso de esa temporadita, que un poquito ya dejo yo al bingo, un fin de semana desapareció.

¿Ella? Ella.

Sin dar explicaciones.

Sin dar explicaciones.

Se fue un sábado y volvió un domingo por la noche.

Vaya.

Cuando volvió el domingo por la noche, no me llamó, o sea, nada.

No sabía nada de ella, ni dónde estaba, ni dónde se había metido.

Sí.

Y el domingo, cuando apareció, tuvimos una bronca, de mucho cuidado.

Claro, yo le quería pedir una explicación, ¿no? ¿Dónde había estado? Si había estado con otro, ¿qué había hecho? Que se le había roto el coche, que había estado en casa de una amiga y que no podía volver porque se le había roto el coche.

Claro, eso parece una película de Steven Spielberg.

La verdad.

Pero yo no me lo creí.

Y ya empezaron a ir todavía más los problemas.

Entiendo.

Empezaron a ir a más, a más, a más.

Y yo ya estaba, pues, lo que es un celoso enfermizo en potencia.

Entiendo.

En potencia.

O sea, ya era gritos, discusiones, golpes, puñetazos, pero, o sea, no contra ella.

Sino yo contra la pared, contra la puerta, contra lo que pillaba, ¿no? Entonces ya para ella yo estaba loco.

Entiendes, y empezaron, su hija se metió ya también por medio.

Vio las reacciones que yo tenía.

Y como que se acabó, o sea, quiso dejarme.

Sí.

¿No? O sea, me dejó.

Después yo intenté volver con ella, volvimos otra vez.

Y después tuvimos otra fuerte.

Yo intenté volver otra vez y ya no, ya no pudo ser.

Sí.

Entonces en vez de dejarla tranquila, ¿qué hacía? Pues me iba a la puerta de su casa, intentaba hablar con ella, la llamaba por teléfono.

Sí.

Era una obsesión, obsesión, obsesión, obsesión, ¿no? Hasta que al final ya me puse en manos de un psiquiatra.

Y me calmé un poco.

Lo único que pasa que no puedo, no puedo quitarme la de la cabeza.

¿A ella? No puedo.

¿Y qué sabes de ella? ¿Ella está bien ahora? La he visto, he ido a verla.

O sea, la he intentado llamar por teléfono.

Hace dos días habló conmigo.

Habló conmigo, pero está muy rencorosa conmigo, ¿no? Por todo lo que le he hecho.

Sí.

Y yo la entiendo.

¿Qué le has hecho? Disculpa.

Pues lo que son gritos, amenazas, insultos.

No, no insultos fuertes, ¿no? Si no, como te vea con otro te vas a enterar tú, cosas así.

Que no, que no lo he hecho.

¿Al final supiste qué había hecho ese fin de semana? No, no, no sé nada de lo que hizo ese fin de semana.

No sé nada.

Ni explicaciones, ni nada.

Vaya.

Nada.

¿Y hace cuánto que la habéis dejado? Pues ahora hace ya como seis meses, siete meses aproximadamente.

Para ella mucho más.

¿Tiene sentido volver con ella, José? Dime.

¿Tiene sentido volver con ella? Yo es que, ¿cómo te lo explicaría Luis? Yo la quiero.

Sé que la quiero.

¿La quieres o la necesitas? No sé si necesitarla.

Ella mucho mayor que yo.

¿Cuánto más mayor que tú? Ella tiene once años más que yo.

¿Tú tienes? Yo tengo treinta y uno.

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