Conversación con Javier Encina, ilusionista social, antropólogo y más-CLANDESTINO 18/07/2017-Programa de Radio Campillos
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Se dice que la participación social es la intervención de la ciudadanía en la toma de decisiones respecto al manejo de los recursos y las acciones que tienen un impacto en el desarrollo de sus comunidades, sea un pueblo, un barrio, una ciudad, una comarca, etc. En este sentido, la participación social se concibe como un legítimo derecho que tenemos las ciudadanas y los ciudadanos, más que una concesión que nos hacen las instituciones, decir, quienes gobiernan en las instituciones; incluso más allá de Reglamentos Orgánicos Municipales que se utilizan para permitir o no la intervención de la ciudadanía que quiere elevar propuestas de debate en los Plenos de los Ayuntamientos. Qué duda cabe que, para que la participación social se facilite, se requiere de un marco legal… o no, y de mecanismos democráticos que propicien las condiciones para que las comunidades, el pueblo organizado, podamos hacer llegar nuestra voz y nuestras propuestas a todos los niveles de gobierno. Y todo ello sin tener que pedir la venia, ni autorizaciones o permisos. Ahora bien, NO ES PARTICIPACIÓN SOCIAL TODO LO QUE RELUCE, O TODO LO QUE NOS CUENTAN Y NOS DICEN QUE ES. Hay maneras de hacer creer a la ciudadanía que está participando, que está tomando decisiones sobre asuntos que le afecta directamente o simplemente le interesa, cuando realmente se trata de meras puestas en escena dirigidas para que todo el mundo quede contento. Y como no es participación social todo lo que reluce, ni tampoco se puede culpar a la ciudadanía que esté presente cuando se la requiera, hoy hemos invitado, y permítanme que lo exprese así, a toda una autoridad en la materia, para que nos ayude a distinguir cuándo estamos participando o cuándo nos están manipulando haciéndonos creer que participamos, que es muy importante distinguir, créanme. Y no lo digo yo, (lo de que sea una autoridad en esto de la participación social), lo dice la Unión Europea e incluso la misma Naciones Unidas… Bueno, rectifico, ¡claro que lo digo yo también, que tengo no sólo criterio y opinión, sino conocimientos suficientes para poderlo afirmar!, aunque con el criterio y la opinión ya me bastaría para poderme expresar.
Decía Robert Frost, poeta estadounidense: “La mitad de la población mundial está compuesta por personas que tienen algo que decir pero no pueden y la otra mitad, de personas que no tienen nada que decir y siguen hablando”. Si hay una persona en este país de países que tenga autoridad, pueda y sepa hablar de metodologías participativas, especialmente de IAP, es decir, Investigación-Acción Participativa; si hay una persona que sabe decir mientras desarrolla este trabajo con las culturas populares, dinamizando y generando mediaciones sociales en espacios y tiempos cotidianos trabajando (de verdad) con y desde la gente mediante la autogestión de la vida, ese es sin duda mi querido y respetado Javier Encina, un ilusionista social, antropólogo, historiador, escritor, dinamizador social, coordinador de proyectos de participación y de educación, formador, asesor y acompañante de proyectos, etc. Con una dilatada experiencia profesional dentro y fuera del Estado español y con reconocimientos y premios nacionales y mundiales. Pero sobre todo, para mí, por muy poco que nos encontremos, Javier es un amigo al que quiero y respeto mucho. No en vano fue la persona que me hizo descubrir muchas cosas poniéndome en contradicción permanentemente. Bueno, también quien me guio en una visita antropológica-cultural con sus elementos de sincretismo religioso, miedo incluido, por Sevilla y por Andalucía.