Convivencia 5. Homilía de don Alfredo Bada, 31 de Mayo de 2025

Asciende en este día al cielo entre aclamaciones y con estos discípulos que después de ver al Señor subir a los cielos bajan para dar gloria a Dios, para anunciar la buena noticia.

Ellos están esperando ese Espíritu Santo, dice el Señor, ese que os va a revestir de la fuerza que viene de lo alto, que es el Espíritu.

Y claramente Jesús no ha ascendido al cielo como piensan algunos para desentenderse de nosotros, sino para nuestra salvación.

Dios asciende para darnos el Espíritu y para quedarse con nosotros, Él nos ha prometido que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Pero esa ascensión nos ha de llenar de alegría, porque Dios se lleva al mundo, al cielo, y Él derrama el cielo sobre el mundo, en esa ascensión Dios se lleva en su corazón lo que ha vivido y esos caminos de Jerusalén y de Galilea, y sus palabras y sus acciones, sus milagros van a ser perpetuamente presentes en su iglesia.

Él se ha llevado a la iglesia al cielo y ha abierto esas puertas, esas nubes del cielo se han abierto para todos los hombres, de buena voluntad, para todos aquellos que quieran decir sí al Señor.

Nosotros ya, nuestra tierra, ya no es aquí, sino en el cielo.

Y que esta ascensión del Señor nos ayude a nosotros también a ser testigos de esto, y que Dios ha ido al cielo para quedarse con nosotros, y hay que anunciarlo a todos.

Muchos siguen pensando, como os decía, que Dios está ahí en el cielo y que no quiere saber nada de nosotros.

Cuanta gente está sin esperanza, sin alegría, sin paz, porque piensan que Dios se ha alejado de ellos, y no, precisamente, se ha ido al cielo para estar más cerca, para estar más presente, y por eso nosotros hablamos de esa presencia de Dios en medio de nosotros, porque Él está aquí, y que Él quiere estar aquí.