"Crimen Asunta Basterra (2parte): El Relato Inédito de Rosario Porto a Mark Guscin desde Prisión"

cuatro páginas y 106 líneas, una letra cuidada y una redacción esmerada en una
carta en la que Rosario Porto defiende su inocencia. Llevo un largo año
resistiendo mentiras, calumnias y filtraciones interesadas, descontextualizadas
y por tanto malinterpretadas que nada concuerdan con la verdad, tan sólo para
intentar defender la memoria de mi hija. Una niña asunta a la que según ella
dice dio todo lo mejor. Desde que mi niña llegó a nuestras vidas para
enriquecerlas e iluminarlas, yo su madre me dediqué con ahínco y pasión a
quererla, protegerla y cuidarla como mejor supe y pude. Me resulta brutalmente
aniquilador que la descabellada atrocidad y espanto del que pretenden
acusarme permanezca en el imaginario colectivo y mientras el desalmado, cruel,
inhumano, monstruo, malnacido, los peores adjetivos del español se me quedan
cortos, que lo hizo, continúe sin pagar por su crimen. Un crimen que niega una y
otra vez haber cometido. Dice que ahora su existencia es sólo una lucha por
sobrevivir y que su deterioro físico y mental se ha agravado en los últimos
tiempos. La pérdida para mí es del todo irreparable y nada ni nadie conseguirá
que me reponga del dolor desgarrador que llevo dentro y que sé que me acompañará
toda mi vida. Pero mientras me quede el más mínimo aliento seguiré luchando por
lo que creo fundamental, verdad y justicia. Finalmente Rosario Porto pide
llevar su dolor en silencio.
Pienso y seguiré pensando que mi dolor y el de todos aquellos que sinceramente la
añoran ha de permanecer en la más estricta intimidad y nunca...
Recordar que hay audiencia que estamos hablando con Marc Gustin, autor de lo que nunca te han
contado del caso Asunta. Y ahora Marc, si te parece, llévanos por el interior de la
prisión donde estaba Rosario Porto antes de contarnos lo que ella te dijo creo que
fue en dos visitas. Hablarnos un poco de cómo son esas instalaciones porque
claro visto desde fuera es una cosa y estar dentro es otra.
Sí, cuando entré la primera vez, primero tuve que lidiar un poco con un
funcionario del centro penitenciario. Primero lo tuve que hacer por teléfono
porque tuve que llamar para confirmar la visita y me dijo y ¿a qué preso vas a
ver? Y le dije pues a Rosario Porto y hubo como un silencio de sorpresa y me
dijo ¿y de qué vais a hablar? Y yo le dije yo no tengo que contestar eso,
esto es una llamada para confirmar mi asistencia, no para explicar lo que voy
a hablar con ella. Y pasó un poco lo mismo cuando llegué. Tienes que
identificarte y ¿con quién vas a hablar? Con Rosario Porto.
Ah, bien, ¿y de qué? Lo mismo, no tengo que contestar eso. Yo voy a hablar con
Rosario Porto pero no tengo que dar más explicaciones, ya tengo el permiso.
¿Entras después por una seguridad como en el aeropuerto o incluso más fuerte? No,
no puedes llevar el móvil, no puedes llevar
nada que grabase la conversación ni nada. Aunque bueno, hoy en día hay muchas
cosas, hay bolígrafos que graban imágenes y sonido, hay relojes que hacen lo mismo
pero yo lo digo, de verdad no tenía esas cosas.
Además no hay contacto físico con la persona. Tú entras en una sala bastante
grande y hay cubículos individuales y después, pero está cortada la zona
central y es por donde entran los presos. Y entraron todos los presos menos
Rosario y cada uno buscó a su familiar o a su amigo, a quien fuera, a quien fuera
a visitarlo. Estaban todos hablando y Rosario entró como cinco minutos más
tarde y cuando entró en esa zona, la zona de los presos, de repente pararon todas
las conversaciones y todo el mundo se puso a mirar, diciendo, mira quién es.
Pero bueno, vino hacia donde estaba yo. La verdad es que la primera visita no la
aproveché todo lo bien que podía haber hecho, porque yo estaba demasiado
impresionado y un poco nervioso, yo, ella no. Pero en la segunda ya iba bien, ya le
dije que le iba a hacer preguntas complicadas.