El crimen del señorito. Tráiler -89#

Escúchame, cierra tus ojos pronto, alguien está en la ventana, o llamando a la puerta, o quizás no, se oyen ruidos en casa, ¿escuchaste?, ¿hay alguien a tu lado? En la silenciosa noche todo lo esconde, ¿está cerca? ¿Qué se rompe en el alma de un hombre para llegar a matar? ¿Qué ha ocurrido en su corazón para cruzar los límites del tabú ancestral? ¿Qué lo ha conducido al Día de Autos? Les habla Francisco José Fernández Cruz Sequera y les doy la bienvenida a este programa en el que cada viernes recorremos la naturaleza del crimen y del criminal.

Comenzamos.

Buenas noches y bienvenidos a un nuevo programa del Día de Autos.

Un dogma es un punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de ese sistema.

Cada vez que alguien pronuncia en alta voz un dogma, inmediatamente después surge la necesidad de su imposición forzosa a quienes no lo compartan y la eliminación radical y absoluta de cualquier voz discrepante.

Como todo dogma se sitúa más allá de la razón, aquel que no comparte esa forma de pensamiento mágico pues debe ser erradicado de la comunidad y del grupo.

Esto en el Día de Autos lo padecemos a diario.

A pesar de las diferentes opiniones que cada uno de los que hacemos el programa podamos tener sobre las cosas, y les advierto que son muy diversas y hasta contrapuestas, eso no nos exime del insulto y de la descalificación, sobre todo por parte de esos sectores que en la actualidad se han apropiado del espacio de lo público, de los medios de comunicación y de las redes sociales.

No hay que olvidarse, si algo no te gusta, el violador eres tú.

Si no te gusta otra cosa, eres homófobo, xenófobo, racista o cualquier otra cuestión o palabra que se inventen para ubicarte no en el terreno de la contradicción lógica de la argumentación racional, sino en el terreno del trastorno psicológico.

Una fobia no deja de ser un trastorno de la personalidad.

Por lo tanto, eres un trastornado.

Si no piensas como yo, no puedes hablar, no puedes opinar, no puedes decir.

Y al mismo tiempo, estas almas cándidas, estos sacerdotes de todos los dogmas, de cualquier, vamos a llamarlo así, sacristía, pues se encargan de tratar de amordazar.

Por eso quizás me gustaría dejarles, vamos a decirlo de una forma provocadora, clarito que en este programa las personas que concurrimos a él decimos exactamente lo que nos da la real gana.

Y si no les gusta a aquellos que son incapaces de escuchar una opinión diferente a la propia, pues que se vayan a escuchar a que les repitan como si fuese un cencerro.