El crimen del Siglo. El triple crimen de Tenerife.

Es 16 de diciembre de 1970 en Santa Cruz de Tenerife.

El sol de la tarde ilumina las calles de la capital canaria, donde el aire lleva un leve aroma a sal marina y flores tropicales.

En una vivienda del número 27 de la calle Jesús de Nazaret, una familia vive aislada del mundo exterior.

Las paredes están cubiertas de imágenes religiosas, y el sonido de un armónium resuena en sesiones diarias que llenan el piso de cánticos.

Pero esa noche, un silencio inquietante se rompe con gemidos ahogados y golpes sordos.

Algo terrible ha sucedido tras esas puertas cerradas, un acto que conmocionará a la isla.

Esto es, Crímenes que marcaron España.

Hoy, delirio y muerte en la isla.

El triple crimen de Tenerife.

El crimen del siglo.

Detrás de los hechos.

Conozcamos las personas clave de este relato.

Harold Alexander.

Harold Alexander nació en 1931 en la ciudad de Dresde, Alemania.

En 1970 tenía 39 años.

Era un hombre con una mirada que muchos describían como intensa, casi hipnótica.

En 1967 se trasladó a Tenerife, a las Islas Canarias, donde comenzó a trabajar como albañil.

Allí intentó rehacer su vida lejos de su país natal, pero también fue el escenario donde tomó forma un aspecto mucho más inquietante de su personalidad.

Harold se convirtió en el líder de la sociedad Lorber, una secta religiosa inspirada en las enseñanzas del escritor y místico Jacob Lorber.

La influencia que ejercía sobre sus seguidores no era casual.

Harold padecía esquizofrenia, una enfermedad mental, que lo llevaba a interpretar la realidad como un escenario de lucha constante entre las fuerzas del bien y del mal.

Esa visión distorsionada del mundo marcó profundamente su comportamiento y sus decisiones.

Su manera de presentarse también llamaba la atención.

Siempre vestía con un abrigo, que él consideraba sagrado, una prenda que no se quitaba ni siquiera bajo el intenso calor canario.

Para Harold no era sólo una prenda de vestir, era un símbolo que reforzaba su creencia en un papel casi profético, dentro de la secta que dirigía.

Dagmar Permañer.

Dagmar Permañer nació en 1931 en Berlín, Alemania.

En 1970 tenía 39 años.

Era la esposa de Harold Alexander y madre de cuatro hijos.

Su rostro mostraba una expresión constantemente cansada, marcada por los años de responsabilidades familiares y la vida dentro de la secta que su marido dirigía.

Su existencia estaba profundamente ligada a la sociedad Lorber.

Era prácticamente recluida, dedicada a los rituales y costumbres del grupo, sin espacio para una vida fuera de la influencia de Harold.

Cada día transcurría en torno a las normas y prácticas que él imponía, y esa rutina dejó una huella visible en su manera de comportarse y en su semblante.

En 1967, la familia se mudó a Tenerife gracias a la herencia de 30.000 marcos que Dagmar había recibido.

Esa suma, considerable para la época, permitió financiar el traslado y establecerse en la isla, marcando un nuevo capítulo en sus vidas, pero también en el crecimiento de la secta bajo la dirección de Harold.

La llegada a Tenerife significó no solo un cambio geográfico, sino la consolidación de un entorno donde la influencia de Harold y la sociedad Lorber se desarrollaría sin grandes interferencias externas.

Marina Alexander.

Marina Alexander nació en 1952.

En 1970 tenía 18 años y era la hija mayor de Harold y Dagmar.

Su figura era delgada y su expresión, reservada, reflejaba la contención y la vigilancia constante a la que estaba sometida dentro del hogar familiar.

Intentaba abrirse camino y buscar su independencia.

Tenía la intención de trabajar como auxiliar de enfermería, un empleo que le permitiría comenzar a formar su propia vida fuera de la influencia directa de su familia.

Sin embargo, sus esfuerzos se veían sistemáticamente derrotados.