Criminart #6 "Cuando la mente rompe la carne: psicopatología de Ed Gein"
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Sumérgete en la mente retorcida de Ed Gein, el granjero solitario de Wisconsin cuyos macabros crímenes inspiraron clásicos del terror como Psicosis, La matanza de Texas y El silencio de los corderos.
Desgranamos su infancia turbulenta, la obsesión enfermiza con su madre, la desaparición de mujeres en Plainfield y el hallazgo de un auténtico museo de horrores en su granero.
Analizamos los informes policiales, los titulares de 1957 y el impacto cultural que aún perdura.
Advertencia de contenido: descripciones gráficas de violencia y profanación de cadáveres.
Si te apasionan el true crime, la psicología criminal y las historias que superan cualquier ficción, este podcast es para ti.
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Ciertas pistas, en la escena de un crimen, son difíciles de examinar.
Decidnos, ¿cómo se recoge el amor, la ira, el odio, el miedo? Hay que saber buscar.
Y si a cada cual se le diese su merecido, ¿qué hombre podría escapar del látigo? Solo una vez que hayas decidido matar, harás una piedra de tu corazón.
Y si encuentras que tus manos todavía están dispuestas, solo entonces, entonces, podrás convertir el crimen en un arte.
Abrid la puerta, tomad asiento.
Hemos llegado a destino.
Hemos llegado a CRIMEN ART.
Buenas tardes, amigos extraños.
Os voy a situar sin preámbulos en Plainfield, Wisconsin.
En un pueblo tan pequeño que podría desaparecer del mapa sin que nadie se diese cuenta.
Y allí, en una granja desvencijada entre campos de maíz y pantanos congelados, vivió un hombre callado, inofensivo, con una sonrisa débil y modales de niño.
Se llamaba Ed Gein.
Lo que la policía encontró en su casa en noviembre de 1957, francamente superó toda lógica, toda ficción, toda capacidad de sombra.
Muebles tapizados con piel humana, máscaras hechas con rostros reales, huesos convertidos en utensilios, cuerpos desmembrados y un armario repleto de restos humanos conservados como si fueran reliquias.
Aquella granja no era sólo la escena de un crimen.
Era la representación física de una mente colapsada, un museo del horror donde el cuerpo y la identidad habían perdido su forma.
Pero Ed Gein no fue simplemente un asesino, ni un sádico, ni un psicópata típico.
Fue un producto letal de la represión, el aislamiento emocional, una madre fanática y de una sociedad que no supo o no quiso lo mismo dar.
Ver los signos del derrumbe.
Su historia no es sólo...
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