¿Crisis después del verano?

Hola amigos, aquí estamos nuevamente en la vida como es, les habla José María Contreras.

Se dice que después del verano, por las razones que sea, hay más separaciones, porque probablemente sea porque en el verano se ha convivido más. Es verdad que muchas veces uno, digamos, discute con el que tiene al lado, aunque sea su madre o su padre, vamos, porque así es la vida, los sentimientos, los estados de ánimo se mueven tal, y entonces al estar todo el día al lado, se discute, se discute más que si no se ve uno nunca, evidentemente, pero también hay muchísimas más ocasiones para unir. Como el verano ya ha pasado, ahora vamos a ver una serie de cosas, de procedimientos, de luchas, de amores que hay que ir cuidando.

Yo me acuerdo que hace tiempo, no sé si era cuando se decía por primera vez o no, pero esto de las separaciones se ha justificado muchas veces. Parece como si el ser humano tuviera la necesidad de justificar la separación, y cuando uno justifica la separación, quiere decir que alguna sensación tiene de no haberlo hecho bien. Cuando yo empecé a trabajar con estas cosas, la gente decía, y los más mayores a lo mejor no se acuerdan, no puedo perder el último tren de mi vida. Es decir, te vas a separar, ¿por qué? Porque no puedo perder el último tren de mi vida.

Luego, ese tren pues alguna vez era una bicicleta de pedales, o sea, de niño, un triciclo. No había tren ni había nada. Me acuerdo, con pena, de una persona muy conocida en España, que se separó y dio esta justificación, no puedo perder el último tren de mi vida. Y resulta que luego el hombre se murió solo, que el tren no era tal tren. Además, los hombres somos muy tontos, sepa esto del tren de mi vida, porque muchas veces el tren, sobre todo si el hombre tiene dinero, el tren de su vida lo que va buscando es el dinero.

O sea, no nos engañemos, porque de estas he tenido yo unas cuantas en las consultas. Quiere decir que ni las quería, ni lo quería, ni nada, sino que es que iba a mejorar de nivel de vida, luego se dedica a hacer la vida que le da la gana. Pero en fin. Luego, otra cosa que se decía es, yo no puedo hacer comedia. O sea, yo no puedo estar con una persona haciendo comedia. Pues eso es otra tontería, porque la comedia forma parte del amor. Uno, cuando empieza a salir con una persona, hace muchísima comedia. Es más, yo diría que en el noviazgo hay mucha comedia, hasta que uno se casa.

Uno no empieza a mostrarse como es al 100% hasta después de casado. La comedia forma parte del amor. O sea, tú haces comedia para que tus padres se queden con el niño, porque está ahí hasta la coronilla de no dormir. Y dice al niño que es que vais al médico, que le va a poner una inyección muy grande. Y entonces, chaval, ya no quiero ir con vosotros, ya podéis ir solos. Eso es hacer comedia. ¿Y eso hacer comedia por qué? Porque os queréis entre vosotros y también queréis al niño para que descanse un poquito. Después se decía el desgaste.

¿Qué es lo que os pasa? El desgaste. Y ya el desgaste parece que lo justificaba todo. Y el desgaste, en definitiva, es la vida. La vida que, indudablemente, los sentimientos van decayendo.

Luego pueden aumentar. Depende de cómo uno lo riegue, porque los sentimientos son como las plantas. Si no se riega ese amor, bien es desgaste, se seca. O lo riegas o se seca. Tú lo riegas, no lo perderás. Porque el perder el amor es una cosa voluntaria. Yo quiero porque quiero querer.

El querer es una cosa de la voluntad, no es una cosa del sentimiento. ¿Qué alimenta la voluntad? Inteligencia y el sentimiento. Pero si el sentimiento falla, se puede seguir queriendo, porque yo no he perdido mi voluntad. Una persona sin voluntad no puede querer, no puede amar, no puede hacer sacrificios por el otro. Luego no puede querer, porque no tiene voluntad.

La justicia eso lo tiene en cuenta.