Crónicas bajo la bóveda celeste - Ep. 01: El cielo de nuestros ancestros

Empezar una nueva serie siempre es un momento complicado, extraño, de mucha incertidumbre de preguntarse si a la gente le gustará el tema que tienes en mente y si los próximos episodios servirán para que aquellos que habéis decidido convertiros en mecenas sintáis que ese apoyo merece la pena pero al mismo tiempo también para quienes no se han convertido en mecenas sientan que el contenido es suficientemente atractivo como para querer aportar y convertirse en parte del proyecto y una de las partes más complicadas es elegir el próximo tema del que hablar en una serie de mecenas y esta vez ha sido seguramente la más complicada, la que más me ha costado porque ya llevamos unas cuantas series de mecenas, es inevitable si pensamos en que Astrovitacora ya está en su séptima temporada y con cada año que pasa, con cada tema que se termina y se agota hace falta echar la vista atrás y ver qué cosas todavía no se han tocado, qué enfoque deberían tener, cuántos programas va a tener la serie y en esta ocasión hay algo que hacía tiempo que quería hacer y que no terminaba de encontrar cómo darle forma porque creo que es algo que vale mucho la pena para comprender la conexión que tenemos con nuestros antepasados y con cómo ellos observaban el cielo incluso sin ser conscientes de que en cierto modo ya estaban llevando a cabo una observación científica del firmamento, estoy hablando por supuesto de las primerísimas etapas del ser humano desde cuando nos comunicábamos haciendo grabados en las cuevas o utilizando pinturas supestres porque lo cierto es que ya en esa época, hace decenas de miles de años, el ser humano, hay vestigios, hay pistas que apuntan en esa dirección, dejaba constancia de lo que veía en el firmamento, se han encontrado en diferentes cuevas, se ha encontrado incluso un colmillo de mamut que contienen grabados que hacen pensar en que podían ser ilustraciones de constelaciones, de cosas que se veían en el cielo y cómo desde aquel entonces, desde esa forma primitiva de dejar constancia de lo que sucedía en el firmamento en cada momento, llegamos a lo que tenemos hoy en día con naves viajando a otros planetas, con proyectos todavía lejanos y a décadas vista, pero que algún día serán realidad para enviar naves a otras estrellas, para estudiar esas estrellas de cerca, para poder entender mucho mejor cómo es el vecindario del sistema solar, cómo son esas estrellas, cómo es nuestra galaxia, por extensión también cómo es el universo y es un viaje que comenzó hace miles de años de una manera muy rudimentaria, así que esta nueva serie está dedicada a la historia de la astronomía, a historias muy conocidas en algunos casos, otras que son muchísimo menos conocidas y que en esta serie, en crónicas bajo la bóveda celeste, poco a poco vamos a ir descubriendo, comenzando por esos primeros pasos de el origen de la astronomía, de algo que en realidad tardaría miles de años en convertirse en astronomía, en llamarse así, pero que ya sin saberlo empezamos a experimentar y a explorar, vamos a hablar en este primer episodio de cómo incluso nuestros ancestros más lejanos, los seres humanos primitivos, ya observaban el cielo y lo utilizaban, dejaban constancia de lo que veían a su manera, como buenamente podían, en lugares como los interiores de las cuevas y de ahí iremos avanzando en los próximos episodios a lo largo de toda esta serie hasta llegar al presente, repasando las grandes figuras de la historia de la astronomía, pero también ya digo, historias menos conocidas y momentos de nuestra historia que no han tenido tanta atención, porque por supuesto todos hemos oído hablar de Galileo, de Copérnico, pero hay muchas otras cosas que nos han tocado y que espero que con esta serie podamos descubrir, así que como siempre primero quiero dar las gracias por haberos convertido en mecenas de AstroVitacora, espero que esta serie sea entretenida, que os guste, que sirva para descubrir muchas cosas que ya digo, algunas sí que las conoceréis, otras espero que no y que sea de vuestro agrado, así que ahora sí, vamos a comenzar. La mayor emoción que uno puede tener es la de haber descubierto algo, esa es la base de toda ciencia, ver a Rubin.