Dante Gebel #768 Diez mil horas de vuelo

Una vez te conté que hace ya algunos años me puse a pensar la manera en que quería morir secretos tengan morboso y requiere alguna aplicación así que voy a decirte cómo llegué como arribe a esta conclusión luis sandrine fue un actor argentino que filmó setenta y ocho películas entre la mayoría en argentina otras en españa algunas en méxico fue parte de ese cine dorado cine de oro donde también estaba cantinflas no sé ni marsal libertad lamarque y el dieciocho de junio de mil novecientos ochenta término de rodar la película que lindas mi familia juntan y marcial otra gran actriz que dirigía un gran amigo llamado ramón ortega el jueves diecinueve de junio el actor se encontraba charlando le pronto sus acompañantes se dieron cuenta de que se comenzaba a torcer la boca al intentar hablar y al primer momento pensaban que era una una de las tantas bromas que solía hacer don luis y después tomaron la dimensión del drama se trataba de un infarto cerebrovascular un coágulo sanguíneo de un gran tamaño decía que el tamaño de una naranja cuando se le extirparon le provocó una plegaria del costado izquierdo entonces lo intervinieron quirúrgicamente realizando una gran economía para aliviar la hemorragia y extraerle los coágulos que había que estaban situados en la en la zona crítica y luego de permanecer por varios días en coma falleció el cinco de julio de mil novecientos ochenta cinco de julio de mil novecientos ochenta los setenta y cinco años de edad gran actor y al día siguiente no cumplía doce años al día siguiente y con esa edad y con un periódico en la mano que decían letra de molde murió sandrine ir a la noticia no había redes sociales unos entrada por el diario por el periódico matutino eso decidí como quería irme de este mundo como quería morir pero no quiero morir rodando una película necesariamente pero sí decidí que quería morir haciendo lo que amo que la vida demasiado valiosa para conformarme con menos y siempre he mantenido que la fecha que algunos mueren no suele ser la misma que queda grabada en la lápida de su sepultura porque no viven intensamente yo conocí gente que que murió a los sesenta y lo enterraron a los ochenta y dos y la mayoría de la gente tampoco comienza a vivir hasta mucho después que está fechado su certificado de nacimiento no necesariamente por que respira está vivo hay gente que empieza a vivir plenamente una edad bastante adulta o la medida nada pero lo cierto es que comenzamos a morir cuando ya no nos que ganada por lo cual valga la pena vivir y en realidad tampoco comenzamos a vivir mientras que no encontremos algo por lo cual valga la pena morir fíjate que ironía porque es irónico que el descubrimiento de algo que valga la pena morir sea precisamente lo que hace que valga la pena seguir viviendo bueno yo moriría por dios moriría por mis hijos moriría por mi cónyuge y cuando la vida se vuelve intensa y yo recuerdo este episodio del actor que parece algo trivial niños y se quiere de louis sandrine porque yo decidí que lindo debe ser que los periódicos yo no sabía que se iban inventar las redes sociales pero ya que lindo que los periódicos murió haciendo lo que le gusta porque eso era los subtítulos de la muerte murió rodando una película murió actuando no estaba senil abandonado en un geriátrico de modo que dijeron a miramos murió ya no se sabía nada de la vida del en los últimos años estaba y en el plato en el sexo por eso yo insisto con la frase que no hay que vivir muriéndose sino que hay gente que está toda la vida todos los días muriéndose un poquito no hay que no hay que morir todos los días sino que hay que vivir todos los días sabiendo que si bien la muerte es cercana y si bien la muerte puede estar en la vuelta de la esquina cuando uno vive intensamente de gustando cada día comiéndose una buena porción de la vida todos los días lo vive de manera tal que cuando llega la muerte es simplemente un trámite diciendo bueno dicho lo mejor a mi ser y no me fui muriendo todos los días sino que la muerte me sorprendió vivo que la muerte no son aprenda vivo y la muerte define nuestras prioridades