Dante Gebel #910 Altares o monumentos

Y hoy quiero hablarte de una enfermedad pandémica, mucho peor que el coronavirus y que afecta
toda la humanidad. Parece que nos olvidamos del coronavirus o del COVID, pero ocurrió
hace apenas cuatro años atrás y este creo que es una enfermedad peor, insisto, pandémica,
que de algún modo en realidad todos estamos afectados. Somos víctimas, somos portadores
de ese patógeno que no es nuevo, es una singular cepa que es tan antigua como la misma humanidad,
pero parece como que últimamente se ha propagado mucho. Lo bueno es que hay una manera práctica
de detectar los síntomas de esta enfermedad y me gustaría hacerles el test, si me lo
permiten, ya que estamos acá por la misma ofrenda que van a poner después el test.
No hace falta ni tener un seguro médico, pero para darte un diagnóstico certero necesito
que seas extremadamente y brutalmente sincero con la respuesta, que no es lo mismo que sinceramente
bruto, sino brutalmente sincero. Y que seamos muy pragmáticos en la respuesta, no tienen
que responder de manera pública, ni aquí ni en casa, pero sí en el corazón. Primera prueba,
supongamos, alguna vez hice este test, pero vuelvo a hacerlo porque siempre viene bien,
supongamos que apareces en una foto grupal donde hay 8, 10, 12 personas y estás ahí en la foto
grupal. ¿A quién buscas primero en la foto? ¿A dónde se dirigen tus ojos en la foto? Una foto
de 12, estás en el medio, ¿a quién buscas primero? No tienen que responder verbalmente,
pero lo puedo presentir. Segunda prueba, si saliste bien, ¿te gusta la foto? Tercera prueba,
si eres el único que salió bien en la foto, los demás se ven espantosos, con los ojos cerrados,
gordos, viscosos, despeinados, con un perejil en el diente, ¿te sigue gustando la foto? Tú
saliste bien. De hecho, si hasta piensas en postearla y te gusta mucho esa foto, porque
eres el que mejor se ve, eres uno de los casos más graves, tendrían que entubarte.
El diagnóstico es que sufres de egoísmo agudo, egoísmo agudo. En realidad todos estamos
contagiados de eso. En el test yo salí peor que ustedes, yo me miro yo y ni sé quiénes están
alrededor, si salgo bien. Y es que de algún modo solemos ver la vida a través de nosotros mismos,
vamos por la vida filtrando todo a través de nuestro mini-yo, nuestro mini-mí. Por eso no
es extraño que el apóstol Pablo escribiera en Filipenses 2.3, no hagan nada por egoísmo,
ni por vanidad, más bien con humildad. Y luego añade y dice, estimen, consideren a los demás
como superiores a ustedes mismos, como gente de mayor rango, quien sea. Cada uno debe velar,
dice Pablo, no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás,
por los intereses del resto. Entonces en primera instancia parece que como que el estándar que
propone esta sugerencia de Pablo, o mandato de Pablo, o este mensaje, es como un estándar
imposible de alcanzar. Porque decimos, en serio, no puedo hacer nada, no puedo hacer nada por mí mismo,
nada por nosotros mismos. Eso incluye no comprarme un traje, un celular, un vestido nuevo. O sea,
todo lo que hago está necesariamente teñido de egoísmo. Pero eso no es lo que quiere decir Pablo.
La palabra que el apóstol usa para egoísmo, en el original griego, tiene la misma raíz que las
palabras conflictos o contiendas. Él se refiere a una preocupación egoísta que lastima a los demás,
o sea, una arrogancia divisoria. El egoísmo es obsesionarse con uno mismo, excluyendo a otros,
hiriendo al resto del mundo. Entonces escucha las palabras que dice Santiago en Santiago capítulo 3
versículo 16. Él dice, porque donde hay celos y contención, hay una versión que dice rencillas,