Dante Gebel #911 Viaje a traves del dolor

Cuando escribí a este mensaje en el día de ayer yo supe profundamente en mi corazón con una certeza que quizás pocas veces tuve, que estaría escuchándome o viéndome mucha gente desanimada, frustrada, con dolor, podía percibir el dolor de las personas, el dolor de la gente.

Ni uno de nosotros que no sufra, ya sea porque tiene secretos que le avergüenzan, miedos que lo debiliten, enfermedades agobiantes, si las estadísticas están en lo cierto, el 6,7% de nosotros sufre de depresión o de estados bipolares, el 8,7% tiene algún tipo de fobia, de miedo, el 18% sufre de un desorden de ansiedad, estos retos emocionales son reales, son clínicos de hecho.

Y todo empezó en el Jardín del Edén con una decisión pecaminosa y las consecuencias iniciales en aquel primer día fueron el dolor de parto, el sudor para producir alimentos y la implicancia de todo eso es el dolor en todas sus fases, físico, emocional, espiritual.

La buena noticia es que en el cielo es un lugar libre de dolor, pero entre aquí y allá, entre aquí y la eternidad, el dolor está garantizado, garantizado, y ese es un viaje que en algún momento todos tenemos que hacer, si acaso no lo hemos hecho ya.

Si vive lo suficiente y conocerás en alguna ocasión el viaje del dolor o en varias ocasiones, tarde o temprano el dolor o el sufrimiento en alguna de sus formas nos va a encontrar y cuando llega no tenemos que tratar de eludirlo, sino todo lo contrario.

Allá en mayo del 2014, ya hace algunos años atrás, un mediodía de domingo, en Magdalena, Colombia, un autobús que transportaba niños que provenían de la Iglesia Pentecostal Unida, cristianos, explotó de golpe el ómnibus, quedó envuelto en llamas y entonces el repentino estruendo se escuchó en varias calles a la redonda, entonces fue una noticia que dio la vuelta al mundo, los testigos dijeron que los niños entre 2 y 12 años murieron calcinados sin que nadie los pudiera ayudar, sólo los mayorcitos saltaron como pudieron con el vehículo que estaba en llamas obviamente y muchos de ellos sufrieron quemaduras graves, los que sobrevivieron, los pocos que sobrevivieron, porque el saldo fatal fue la muerte de 32 niños y otros 18 que quedaron con heridas graves.

Esto es apenas un ejemplo de los cientos, qué digo, de los miles que hay de tragedias que incluyen niños, ancianos o todo tipo de gente inocente.

La primera reacción que se nos viene a la mente, estoy convencido que se nos viene eso a todos, es ¿y por qué eso no le pasó a un grupo de adultos que iba rumbo al casino, por ejemplo? ¿O a narcotraficantes? ¿O a gente adulta que iba a organizar una orgía, por ejemplo? ¿Por qué a niños? ¿Por qué a niños que provenían de una iglesia cristiana, que venían de un campamento de adorar, de buscar al Señor? Imagínense las preguntas de los papis que dijeron voy a mandar a mi hijo a que se eduque, a que crezca, que Dios le hable y estas son preguntas que también nos hacemos respecto a la devastación de los incendios en California, a un tsunami en Indonesia donde mueren cientos, una tragedia aérea ya sea en Alaska, en Birmania, en Etiopía, en Washington.

Aún así una tragedia como esta en un autobús escolar nos hace hacernos preguntas intrincadas, es como cuando nos enteramos que un niño entra a un colegio con un arma y le cambia la vida a un montón de familias para siempre.

¿Por qué niños inocentes merecen una espantosa muerte en la ruta? No se suele hablar mucho esto tras los púlpitos, es un tema como que se evita, pero todo el mundo dice que acaso Dios está tratando de decirnos algo.