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Dante Gebel #944 El rey y la golfa

Dante Gebel #944 El rey y la golfa

10/6/2025 · 01:17:08
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Dante Gebel 2025 Episode of Dante Gebel 2025

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Las doctrinas y las reglas tratan la conducta, pero no sanan las fracturas en lo profundo de nuestra alma. En cambio, la gracia actúa desde dentro, a nivel del corazón. Si comprendemos que tenemos debilidades que nos superan, Jesús estará cerca de nosotros; sólo necesitamos ser sinceros, confesar nuestros pecados y arrepentirnos. La gracia y el amor del Señor son incondicionales. Él no nos abandonará porque hayamos tenido un aborto, nos hayamos embriagado, o hayamos mirado pornografía. ¡Él nos ama y nos ha hecho parte de la familia real por toda la eternidad!

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Durante gran parte de mi vida yo he oído hablar de la gracia de Dios, del perdón de Dios, pero creo que en los últimos 10 años, en esta década, recién logré entenderla un poco más.

De a poco comencé a entender las increíbles implicaciones que tiene la gracia.

Como que siento una pasión renovada por comprender lo que la gracia de Dios significa para mi vida, para la Iglesia, para la gente que nos ve de cualquier parte del mundo y para los que no tienen a Cristo, para los inconversos.

Cada vez que leo la Biblia con ojos nuevos, o sea, sin que estén viciados o sesgados por la religión, lo único que yo puedo ver es su gracia.

Como que toda la palabra de portada a portada, de tapa a tapa diríamos, clama por una sola palabra, gracia de Dios.

Por eso en cada mensaje que me toca transmitir, independientemente del tema, yo siempre regreso casi monotemáticamente a la gracia de Dios.

Y lo hago adrede, siento que es lo que podemos fluir, lo que podemos dar, siento que nuestro llamado en cada mensaje, yo trato siempre de dar alguna pizquita al menos de la gracia, porque mi deseo es que veamos a los pecadores como Dios los ve.

O mejor dicho, como Dios nos ve a nosotros.

Mi deseo es que cada vez señalemos menos con el dedo a las personas, ni las condenemos, mucho menos intentemos salvarlas como si acaso pudiéramos, sino que nos limitemos a amarlas.

Todo lo demás el Espíritu Santo lo hace de una manera sencilla.

Nuestra orden es amar al prójimo, nuestra orden es amar incluso a los enemigos.

No nos dijo que tenemos que ir a salvarlos, sí predicarles, pero nosotros no vamos ni morimos por ellos.

Pero a menudo solemos ser jueces más duros que Dios mismo, y me incluyo, unos se ponen juez, vestimos nuestra toga, hacemos repiquetear nuestro martillo, y no tomamos siquiera el tiempo de conocer las historias de la gente.

Yo digo siempre, detrás de cada rostro adulto, detrás de toda persona que a veces nos puede hasta exasperar, hay una historia triste, hay una infancia.

Una vez un psicólogo decía que era una gran experiencia ver a los adultos como niños, que tuviéramos el ejercicio de ver a cada persona como el niño que fue, por lo menos imaginarnos cómo pudo haber sido de niño.

Entonces uno ve diferente a ese viejo que nos vuelve loco en el tránsito, a ese chinito que se nos cruza.

Cuando uno lo ve chiquitito, cuando uno ve a la señora chusma chiquitita, diría algo le pasó en la vida para ser esa señora que hoy se mete en la vida ajena.

Porque nos olvidamos que todos hemos pecado y que todos hemos vivido.

Una vez te conté, e insisto con esta idea de que solemos medir a la gente con nuestro pecadómetro, etiquetamos los pecados de la siguiente manera, pequeños, pecados medianos, pecados grandes y pecados escandalosos, que esos sí dan asco, ¿no? Sin embargo, en ningún lugar de la Biblia encontramos que haya distinción, que Dios haga distinción entre varios niveles de pecado.

Como digo siempre, en la misma lista del homicida aparece el chismoso, en la misma lista.

Ustedes dirán, bueno, ¿no es lo mismo comentar un chisme sabroso entre tacos y pupusas que matar a una persona? Bueno, para Dios es exactamente lo mismo.

Si no hubiese hecho una lista con pecados más inocuos y pecados groseros.

Sin embargo, los coloca en el mismo listado.

Dios no comparte nuestro sistema de evaluación.

No mires lo que mire el hombre.

Lo que mira el hombre, le dijo Dios a Samuel, yo miro el corazón, no te confundas.

Entonces para él todos los pecados son igual de malos y todos los pecadores merecen o merecemos el mismo amor, cosa que nos cuesta comprender.

Pero todos, todos.

Ahora, es evidente que los pecados tienen diferentes consecuencias, cada pecado tiene diferentes consecuencias.

Algunos pueden hacernos que nos metan en la cárcel, incluso.

Otros apenas se van a notar.

Hay pecados como la envidia, como los celos, el resentimiento, el chisme que mencioné recién, que no merecen una pena capital o son vistos a través del código penal de ningún país.

Sin embargo, para el Señor, sí.

Pero el mayor problema de la Iglesia actual, este es mi pensamiento, no digo que tenga que ser el pensamiento, mi pensamiento, mi humilde definición es

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