De Terzopoulos, Aina Frau y 'Desbarats'

Buenas tardes, mi nombre es Fernando Merino y les doy la bienvenida a mi cuaderno de notas, una mirada relajada a las artes escénicas.

El cuaderno de notas de Fernando Merino Esta semana, ayer para ser exactos, se ha celebrado el Día Mundial del Teatro, instituido por la Unesco el año 1961, y desde 1962 es ya una tradición dar lectura a un manifiesto encargado a un dramaturgo de proyección internacional.

En los 64 años transcurridos, solamente una vez se ha encargado el manifiesto a un dramaturgo español.

Ocurrió el año 1986 y lo redactó Antonio Gala.

Este manifiesto se lee cada 27 de marzo en teatros y otras instituciones culturales repartidas por todo el mundo.

Este 2025 se ha encargado al dramaturgo griego Teodoros Terzopoulos y anoche fue leído en el Teatro Principal de Palma antes de levantarse el telón para el estreno de Desvaraz, comedia que se inspira en los relatos breves escritos por Llorenz Villalonga, que son reflejo de la sociedad mallorquina en los años 40, y editados por primera vez el año 1965.

Después hablamos detenidamente sobre Desvaraz con Rafael Durán, que la ha dirigido.

Volviendo al manifiesto, Teodoros Terzopoulos escribe un texto muy crítico sobre la función del teatro en los tiempos que corren, y lo hace planteando una serie de preguntas, entre ellas la que paso a leer.

¿Le preocupa al teatro la manera en que la condición humana está siendo moldeada y manipulada en este siglo XXI por intereses políticos y económicos, los grandes medios de comunicación y las compañías que generan la opinión general? Terzopoulos, después de plantear toda suerte de interrogantes, llega a una conclusión final.

Son preguntas que no admiten respuestas definitivas, porque el teatro, nos dice Terzopoulos, existe y perdura gracias a preguntas sin respuestas.

El manifiesto de 2025 es de una admirable profundidad en sus planteamientos críticos.

También el Auditorium de Palma estuvo ayer activo con el octavo concierto de abono de la Sinfónica de Baleares.

No se leyó el manifiesto, pero en su lugar se produjo el estreno de Fantasías sobre la Atlántida, una obra de la compositora mallorquina Mercè Pons Ramis, inspirada en el poema La Atlántida de Jacinto Verdaguer.

Fue una noche mágica, porque conforme avanzaba el repertorio iban llegando sorpresas, hasta desembocar en la Sinfonía número 4 del danés Carl Nielsen, compuesta entre 1914 y 1916, en plena Gran Guerra.

Esta sinfonía es una celebración de la vida, porque al igual de la música, es inextinguible, según palabras de Nielsen, de ahí que se llame la inextinguible.

Eso no evita que el horror de la guerra que azotaba Europa se viera reflejado en el cuarto movimiento con el duelo de timbales que simboliza el enfrentamiento entre dos ejércitos.

Impresionante el tuti de la orquesta coronado por el duelo de timbales.

Aquí les dejo un fragmento que sirva a sí mismo de tributo al Día Mundial del Teatro y por extensión, el Día Mundial de las Artes Escénicas.

Les dejo con la Sinfónica de Chicago, dirigida por el estadounidense ganador de un Pulitzer y un Grammy, Morton Gould.