De todo se aprende

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¡Bienvenidos al Iniciado! Tu programa de misterio y conspiración.

Pero ante todo, de análisis e investigación.

El otro día tuve mi primera caída en moto, que por fortuna no fue más allá de ciertas magulladuras, heridas o contusiones, al igual que ciertos daños, pero no demasiado importantes, en mi máquina.

Es curioso en el fondo y es que la vida no es sino meras enseñanzas.

El caso es que había quedado con un compañero para hacer una ruta mañanera.

Yo conduzco una Harley Davidson Sporter XL883, del año 2014 carburada.

Es decir, puro romanticismo y modificada de manera puramente minimalista.

Un hierro al uso.

Pero tremendamente orgánico y resistente.

O qué decir del rugir de su motor.

Y el sonido.

Ese sonido, que te transporta a otra dimensión ajena a la rutina del día a día.

No hay máquina sin ánimo de realizar promoción alguna en torno a la marca.

Que te hace vibrar.

Y es que tal sonido es puramente orgánico.

E incluso, curiosamente, la propia marca trató de patentarlo.

Dado que es algo plenamente tan característico como espectacular.

El caso es que habíamos quedado en un excelente garito de moteros, en las afueras de mi ciudad.

Y un tercer compañero se unió a la fiesta.

Salvo que en su caso portaba una BMW R1200GS Adventure.

Una descomunal máquina todoterreno que encabezó la expedición hacia, debo decir, una majestuosa ruta.

Pero posiblemente no la más propicia para motos de otro estilo.

El otro compañero, por cierto, monta una Royal Enfield Interceptor 650.

Una excelente máquina de origen británico y fabricadas en la India.

Todo comenzó de lujo, de manera que disfrutábamos las carreteras que atraviesa nuestra comunidad hasta la propia frontera con Francia.

Aunque por supuesto debo indicar que el compañero que iba en cabeza es ampliamente experimentado y portaba la mayor cilindrada con diferencia.

Dado que de mayor a menor hablamos de 1200, 883 y 650 en correlativo orden de procesión motora y rutera.

De hecho, debo reconocer que conducía en un rango que, pese a sentirme relativamente cómodo, reconozco que no era el más indicado, ni mucho menos.

Dado que si algo aprendí en mis tiempos de iniciado en el motociclismo, como uno de los consejos de oro, es no conducir más allá de al menos un hipotético 70% de tus posibilidades, es decir, dejar siempre un margen de maniobra ante cualquier imprevisto y bajo concepto alguno conducir por encima de cuanto puedas considerar meramente cómodo o dentro de tus propias posibilidades.

Conducir una motocicleta es apasionante, pero siempre dentro de tus posibilidades y propio aprendizaje.

En mi caso me apasionaron desde pequeño, pero por circunstancias es ahora cuando estoy retomando dicha pasión, tras más de dos décadas sin montar.

Y llegado el momento adquirí una preciosa motocicleta estilo Café Razzar de apenas 300 centímetros cúbicos, para volver a adentrarme en una pasión más profunda.