
Decida dar a Dios de sus finanzas, lo que le corresponde a Él

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Como hijos de Dios tenemos responsabilidades financieras hacia Él, es decir hacia el Señor, y no debemos ser indiferentes a ello.
Entendiendo esta verdad nada nos desenfocará de verlo así.
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Cada uno de nosotros tiene un diseño de Dios, un diseño en el que sí se puede decir que ha habido un desarrollo, un interés de los nuestros en el pasado, pero más que la intervención de nuestros padres en nuestro crecimiento y desarrollo, tenemos que definir que Dios es el que nos hizo con propósito y Él está cumpliendo en nosotros su propósito y Él no va a cesar, desde luego hay un elemento que hace posible el que eso sea viable y el elemento es la voluntad suya y mía.
Usted dice Dios me hizo con un propósito y yo lo puedo decir también y hago un alto y yo puedo decir Señor cuál es ese propósito con el cual Tú me creaste y me sostienes y me mantienes hasta esta hora.
Si estamos definidos en que Dios tiene un propósito, tenemos que permitir su llanza, tenemos que permitir su dirección y tenemos que estar dispuestos a hacer lo que Él espera que nosotros hagamos.
En la Biblia, en la palabra de Dios, vamos a encontrarnos con órdenes no negociables y hay algunas otras disposiciones como que el Señor las pone a nuestra consideración y usando términos muy nuestros, diciéndonos o lo tomas o lo dejas, pero hay algo que tenemos nosotros que considerar y es que siempre será un placer encontrarnos en el desarrollo del propósito de Dios para nuestras vidas.
Los días que vienen, Dios sabe cómo vienen y Dios es el que puede, en Su soberanía, darle una modificación a ese día que Él sabe que está diseñado con tristeza, con angustia, con dificultades, pero al escuchar el clamor y al ver la intención nuestra de estar pegados a Él, Él es el que puede cambiar de opinión porque Él puede hacerlo.
Lo que Él había dicho que va a suceder o que sucedería, Él o lo suspende o lo distancia, pero de lo que debemos de estar seguros y plenos es que Dios nos tiene a todos en sus manos y debemos de estar nosotros tomados de su mano para seguir en este tránsito que se llama la vida.
No sabemos cuándo el Señor va a venir, pero sé que todos los que estamos acá y los hermanos congregados en línea sabemos que va a venir.
¿Para cuánto sabe que Él va a venir? Él va a venir.
La pregunta es cómo le estamos esperando y eso tenemos que contestarlo de manera individual.
La colectividad, yo puedo decir, como iglesia estamos esperándolo así, pero lo individual es bien determinante y eso está en nuestra cancha.
Ahora, mi mensaje tiene un enfoque que reconozco que siempre en lo personal no es muy fácil.
Sé que es bíblico, sé que es la palabra de Dios, pero hay tantos argumentos, hay tantas posiciones que en algún instante nos han absorbido o quizá nos lleva a una leve duda si eso es para este tiempo o no lo es para este tiempo.
Y yo no estoy acá para argumentar, sino abrir una oportunidad a cada uno de nosotros de que Dios es inmutable y que en Dios todo es completo y que el propósito de Dios sigue en marcha y que ¿para qué?