
Dejo las redes sociales y no es porque sean malas #83

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En este episodio, comparto mi decisión de abandonar las redes sociales profesionales y reflexiono sobre los motivos detrás de esta elección. No es porque sean malas, sino porque ya no están alineadas con mis metas de alto nivel.
Abordo temas clave como la diferencia entre compartir y exhibir, el impacto de las distracciones en nuestra capacidad de entrar en estado de flow y la importancia de crear rutinas para facilitar el trabajo profundo, minimizando el uso de fuerza de voluntad.
También presento el método artesano de selección de herramientas de Cal Newport, una estrategia que me permitió evaluar el verdadero impacto de las redes sociales en mi desarrollo personal y profesional. Porque no se trata de aceptar cualquier beneficio: cualquier herramienta que consumimos debe aportar valor real y estar alineada con nuestras prioridades.
Las redes sociales no son intrínsecamente malas ni buenas, pero su influencia sobre nuestra atención no es neutra. Tener claridad sobre lo importante equivale a saber lo que no merece nuestro tiempo. Al final, las herramientas están para utilizarlas, no para que nos utilicen.
Espero que este episodio te ayude a reflexionar y tomar decisiones más conscientes sobre el uso de tus herramientas digitales.
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Hola, soy José Luis Serrano y te doy la bienvenida al podcast de Tujakin.
Hace unas semanas anuncié en un correo que envié a la comunidad de Tujakin la decisión
de que abandonaba el uso profesional de mis perfiles de redes sociales, concretamente los
de TwitterX, BlueSky y Linkedin.
A nivel personal, hace mucho que las dejé de utilizar.
Mi red favorita ha sido Twitter.
Creé mi perfil en 2009 en una asignatura porque una estupenda profesora la presentó
en clase diciendo que era fascinante poder saber lo que personas como Jordi Adel o Jesús
Salinas estaban leyendo en cada momento y también ver sus intereses.
Mi profesora dijo más motivos, pero lo anterior me caló de manera especial.
Era una manera muy interesante de filtrar información y estar al día en temas que
me interesaban de la mano de los propios expertos, sin intermediarios.
Me pareció fascinante.
Además, pronto empecé a conocer gente interesante compartiendo recursos maravillosos.
Personas que utilizaban la tecnología para compartir lo que aprendían.
Se convirtió en una herramienta de aprendizaje muy importante para mí.
Te cuento lo anterior porque los motivos por los que decidimos utilizar una herramienta
son muy importantes.
Debemos tomarnos muy en serio el proceso de selección y evaluación periódica de las
herramientas que estamos utilizando.
Más adelante te contaré un método que te ayudará a tomar este tipo de decisiones.
A mí me ayudó, por ejemplo, a decidir que las redes sociales ya no son para mí.
No las dejo porque considere que sean malas.
Tampoco voy a dedicar un episodio a recopilar los supuestos problemas que está generando
la sociedad en general para justificar mi decisión.
Para eso ya tienes muchos documentales.
Sin embargo, como punto de partida para comprender ciertas posturas, te comparto seis aspectos
que Johan Hari señala en su libro, en los que la tecnología actual, en especial las
redes sociales, perjudica supuestamente nuestra manera de prestar atención.
1.
Adiestra a nuestra mente a necesitar recompensas frecuentes.
2.
Nos lleva a alternar tareas más de lo habitual.
3.
Aprende de nuestro comportamiento para atraer más nuestra atención.
4.
Provoca enfado e ira, lo que nos lleva a ser más superficiales, menos atentos y a escuchar menos.
5.
Estamos más expuestos a la ira de otras personas.
6.
Incendian la sociedad y dificultan la unión por falta de atención colectiva.
Puede que haya algo de verdad, o mucho, no lo sé, en todo lo anterior, pero actualmente
sigo pensando que las redes sociales son herramientas muy útiles siempre y cuando
las controlemos y las hayamos elegido tras un proceso consciente y no por inercia cultural.
Mi balance a nivel profesional con las redes sociales queda en positivo.
Te cuento lo que me funcionó para cuidar mi atención, lo cual puede que haya provocado
tener menos seguidores, claro.
No te estoy diciendo cómo ser influencer o una personalidad de los medios, porque precisamente
yo no lo soy y me alegro de no haberlos ido.
En mi caso, las utilicé solamente desde el portátil.
Casi nunca las utilizaba a primera hora o después de cenar.
No he seguido a personas que continuamente polarizan o se quejan.
Salvo una cuenta experimental que abrí durante el confinamiento de 2020, no he usado Instagram
y nunca he tenido TikTok.
No les he dedicado más de 10 minutos al día.
Siendo estricto con lo anterior, te aseguro que los 6 puntos de Jari pierden bastante
valor.
¿Entonces por qué las dejo?
Posiblemente el detonante final se encuentra en una reflexión y ejercicio que compartí
en otro correo a los sábados que envié hace unos meses.
Veo algunos párrafos a continuación.
Tras finalizar una formación en Castellón y mientras volvía en coche a Murcia, me puse
a escuchar el podcast de Álex Fidalgo, en el que entrevistó al filósofo José Carlos
Ruiz.
En la primera parte del podcast,