Denuncian abuso policial tras detención de manifestantes en Santiago

¿Conoce un problema comunitario? ¿Tiene una denuncia social? Este es el momento de expresarlo en Su Voz al Aire.

Ultrajada y humillada se siente la profesora de inglés Fulvia Raquel Álvarez del Colegio Belisario Villar de Canto del Llano de Santiago, luego de ser liberada junto a treinta manifestantes después de casi veinticuatro horas.

Hace prácticamente como creo que cuarenta y cinco minutos fuimos liberados.

Después de masacres, se puede decir, de lo que hicieron con los compañeros, sobre todo los que estábamos en el puente, que estábamos alzando nuestra voz de manera pacífica.

Nosotros no habíamos, ya habíamos cerrado la vía y nos habíamos hecho a un lado del puente allí.

Yo tenía una silla plástica para sentarme porque no puedo estar mucho tiempo de pie.

Y había llevado unos mangos, una bolsa de mangos para que todos pudiéramos almorzar mangos.

Y no sé, todo eso se quedó allí. No supe de la silla, no supe de los mangos.

Lo único que les puedo decir es que nada más sentí los brazos de los policías agarrándome.

Vi a una compañera como la trataron muy mal, la tiraron en un picot, la bajaron de los carros de ellos donde nos suben.

Porque eso estaba tan lleno de policías, tan lleno de los compañeros que iban subiendo.

Y teníamos que ir parados, agarrados ahí en malas condiciones.

Imagínate yo con mi problema de cervical, que tengo dos dislocamientos atrás.

Y no les importó. Esto fue un trato inhumano.

Licenciado Rolando, yo estoy muy afectada. Bueno, no paro de llorar.

Y les digo que nunca pensé, porque yo nunca había ido a una cárcel.

Sí había ido a hacer obras, a llevarle almuerzo a los presos.

Pero jamás había ido en esas condiciones como me llevaron, como si fuera una delincuente.

Cuando los narcotraficantes están libres en las calles, no está proteger y servir en la calle para que agarren a los delincuentes.

Piso licenciado lleno de orines, con un prófugo, una persona que lo tenían amarrado a los pies.

Y yo tuve que dormir en ese piso porque ya yo no aguantaba estar de pie.

Fueron horas, resistió, ella preguntó que cuáles eran los compañeros ya se habían ido, se habían retirado del puente.

Se le puso la cara rojita, se estaba asfixiando, nosotros nos asustamos, quedamos todos embarrados de la pimienta.

Porque estas condiciones, todo tu sistema sin limpiarte.