Derroteros: Diez, con Santiago Alba Rico (CARNE CRUDA EXTRA)

Adiós, Eva.

Hasta el lunes, Buenfinde.

Igualmente.

Derrotero.

Pásalo bien.

Camino.

Dirección.

Medio tomado para llegar al fin propuesto.

Conjunto de datos que indican el camino para llegar a un lugar.

Bueno, ¿qué? ¿Nos vamos? Dirección que se da por escrito para un viaje a Mar.

Para seguir Buenfinde.

Buenfinde.

Libro que contiene un derrotero.

Hasta luego.

Línea marcada en el mapa de mareas para guiar a los pilotos.

Derrota.

Orro.

De.

Derroteros.

Orro.

De.

Derroteros.

Gros.

Pensar paseando con Santiago al barrico.

Santi, ¿qué tal? ¿Cómo estás? Hola, Javier.

Qué alegría volver a escucharte, aunque sea en medio de estos girones que van deshaciendo nuestro mundo.

Poco a poco y después de un verano intenso en muchos sentidos también.

Por los incendios y por el genocidio en Gaza y por tantas, tantas cosas que nos llevan de preocupación, pero es una alegría enorme volver a escucharte.

Lo mismo te digo.

De todas maneras, esos girones del alma que tenemos por los girones que tiene el mundo, no hay mejor manera de restañarlos que la palabra y estos derroteros que tanto tiempo llevamos compartiendo y que tan feliz me hace.

Bueno, estábamos hablando a través de los números.

Estamos pensando a través de los números.

Yo no sé.

Yo creo que llevamos, bueno, tú y yo llevamos más de diez años juntos.

Los derroteros llevan menos de diez, pero creo que diez es el número que hoy nos traes para pensar.

Exactamente, sí.

Me parece un número importante.

Muy redondo para empezar la temporada.

En efecto.

Obviamente, diez viene del latín de quem, que quería decir diez, que en euskera se dice amar, que en galego se dice dev y en catalá se dice deu, que es también como se dice Dios.

Se escribe con una tilde, pero es una curiosa coincidencia, una curiosa homofonía que nos permitirá luego enseguida relacionar precisamente el número diez con el Dios bíblico, el Dios cristiano, que parecía sentir una cierta privilegión por el número diez.

Y aparte la homofonía también está en euskera con amar, que has dicho, pero que se escribe con h.

Se escribe con h.

Sí.

Oye, ¿y por qué diez? Porque bueno, nosotros tenemos un sistema decimal que nos basamos para nuestra aritmética, para nuestra contabilidad, en un sistema de base diez.

No somos la única cultura que lo ha hecho, la cultura latina, la cultura occidental, también lo hace la China, lo han hecho los germanos, se ha hecho en sánscrito, en muchas culturas se ha utilizado y han llegado a ella por vías diferentes este sistema de base diez.

Pero ¿por qué, digamos, es tan universal o casi universal? Pues yo diría que por una razón muy obvia que nos pone de pronto, nos conecta con algo que olvidamos casi siempre, que sabes que a mí me interesa mucho, que es el cuerpo, que es la corporalidad.

Es decir, diez es el número de dedos que tenemos si sumamos los de las dos manos, de tal manera que, bueno, de pequeños aprendemos a contar con los dedos y eso explica de alguna manera que los primeros diez números nos sirvan para relacionarnos con las matemáticas, pero también para acordarnos que la contabilidad es medida.

Que hay una diferencia entre calcular y medir, que medimos con el cuerpo y calculamos con los números.

Así que de alguna manera, y esto es interesante, detrás del infinito lo que hay es un número de dedos o dígitos, vamos a los números dígitos, ya es muy indicativo, pues un número infinito de dedos.

Y cuando decimos de algo caden una mano es para expresar escasez o excepción o rareza, para referirnos a una minoría que se va perdiendo y al revés, cuando decimos que no caden en los dedos de las manos es para referirnos a cifras que ya no podemos controlar y casi representarnos.

Y como es inevitable, yo diría, y esto lo hemos sugerido otras veces, que en esa oposición que hay entre nombres y números, algunos criminales como el Estado de Israel les interesa también desde un punto de vista propagandístico aumentar el número de muertos, porque a partir del momento en que ya no se pueden contar con las manos y con los pies y con los miembros del cuerpo, resultan muy irrepresentables y se pierden como sujetos singulares provistos de nombre y a su vez también de cuerpo.

Oye, ¿y tú crees que es por este antropocentrismo?