El descuartizador de Majadahonda

Esta es una historia real. Por respeto a las víctimas, la historia se describe tal y como sucedió, basando la investigación en noticias y sentencias publicadas.

Las grabaciones sonoras que podréis escuchar durante el episodio son emisiones de cadenas públicas tratadas como citas a los eventos.

Los análisis realizados por el Departamento de Criminalística han confirmado que pertenecen a la mujer desaparecida.

Me sentía muy sola, necesitaba compañía. Pues me puse en mi cabeza que yo voy a ayudar a este chico y así fue. Desde entonces éramos inseparables.

Vamos a ver, yo desde luego estoy convencido que no disfrutaba. Era una actitud absolutamente utilitarista.

Como saben, esta investigación se inició cuando un ciudadano argentino denunció el pasado 6 de abril la desaparición de su hermana, Adriana, ante la imposibilidad de ponerse en contacto con ella.

Los agentes de la Guardia Civil encontraron restos de sangre.

Los vecinos se quejaban de que salía al balcón y se ponía a chillar y esas cosas.

Ruido muchísimo, sobre todo por las noches era horroroso.

Los psiquiatras, psicólogos y todo eso, que todos coincidían, que él está muy mal y todo eso.

¿Cómo el jurado puede declararle culpable sabiendo que es una persona que está enferma? Lo que pasa es que se dejaron llevar, yo creo, un poco por todo lo que la prensa puso.

Yo creo que él asesina porque disfruta matando y sobre todo porque puede vivir del dinero de sus víctimas.

Y en estos momentos el casero de la vivienda, de 32 años y nacionalidad española, está detenido por su presunta implicación en la desaparición, imputado por un delito de detención ilegal.

Tengo conversaciones de ella de WhatsApp y ella llega a echarse la culpa.

Ella dice que Bruno incluso está en la cárcel por su culpa, que era ella la que tenía que estar en prisión.

Estamos situados en abril de 2015. Adriana Beatriz Gioiosa Nascini tenía 55 años y era de origen argentino.

Había alquilado un sencillo chalet por unos meses en el número 6 de la calle de la Sacedilla, en la localidad madrileña de Bajadaonda.

Pero hacía unos 15 días algo pasó. Dejó de llamar a su hermano a Argentina y pasó a enviarle solo mensajes de texto.

En ellos le indicaba que se había marchado al extranjero y que no había ninguna novedad destacable.

Pero estas palabras tranquilizaron al hermano. La llamó varias veces pero nunca obtuvo respuesta.

Eduardo Nascini comenzaría la búsqueda de su hermana Adriana. Todo le resultó extraño ya que casi a diario se telefoneaban.

Asustado, denunció los hechos y la Guardia Civil comenzó la investigación.

Los agentes de la Policía Judicial de Bajadaonda iniciaron entonces la investigación comenzando por ir a hablar en primer lugar con el casero que le había alquilado la casa a Adriana.

Un hombre de unos 32 años que tuvo lagunas e incongruencias durante la toma de declaración a la que le sometieron y que les hizo sospechar que la verdad no era la que él les estaba contando.

Su declaración fue fría, fue distante, como si las preguntas de los agentes no fueran con él, impidiendo en el primer momento que los agentes entraran a la vivienda al tiempo que les exigía para ello una orden judicial.

Por lo que estos investigadores hablaron con la juez de Bajadaonda y esta ordenaría el caso.