Después de la Barrancá: más Sociología

Bienvenidos a una nueva inmersión profunda.
Hoy nos vamos a sumergir en las inundaciones que azotaron Valencia en octubre de 2024.
Uf, sí, un evento que sin duda marcó a la ciudad.
Totalmente. Pero no vamos a hacer un simple recuento de los hechos, ¿verdad?
No, no, pa' nada.
Hoy vamos a ir más allá.
Vamos a analizar este desastre desde una perspectiva, digamos, sociológica.
Exacto. Y para ello nos vamos a guiar por un estudio fascinante publicado nada menos que la revista española de sociología.
Nada menos, eh.
Ajá.
Interesante.
Se titula Después de la barrancada, la gran inundación en Valencia, España.
Algunas tareas de la sociología.
Uf, vaya título.
Ernest García, de la Universitat de Valencia, nos invita a través del estudio a reflexionar sobre, bueno,
cómo este desastre nos obliga a repensar, digamos, nuestra relación con la naturaleza, el desarrollo urbano,
e incluso en nuestras propias estructuras sociales.
Guau, es que me parece súper interesante que se analice desde ese punto de vista.
Porque a veces, cuando ocurre una tragedia, si no, nos centramos mucho en el impacto inmediato a la reconstrucción.
Pero García nos invita a ir más allá, a profundizar en las causas, en las consecuencias a largo plazo.
Totalmente. De hecho, uno de los primeros puntos que García plantea en su estudio es la dicotomía entre causas naturales y sociales.
Es muy común, ¿verdad?, escuchar frases como, no es natural, es culpa del hombre, cuando hablamos de estos eventos.
Sí, sí, sí, pero esa tendencia a culpar a alguien, a buscar un responsable.
Claro. Y si bien es cierto que nuestras acciones, como seres humanos, amplifican el impacto de los desastres naturales.
Sin duda.
De veces no podemos ignorar el poder de la naturaleza en sí misma.
Claro, es como si quisiéramos controlar la naturaleza, pero a veces ella nos recuerda que no somos tan poderosos como creemos.
Exactamente.
¿Recuerdas el ejemplo del meteorito que extinguió a los dinosaurios?
Uf, sí, claro, un evento catastrófico.
La naturaleza tiene su propia agenda, ¿no?
Totalmente. Y esto nos lleva a una pregunta clave, una pregunta que García plantea en su estudio y que creo que es importante que nos hagamos todos.
¿Cómo cambia esto tu percepción sobre la culpa en los desastres naturales?
Es una pregunta profunda. Nos enfocamos demasiado en el error humano y no lo suficiente en adaptarnos a los riesgos inherentes al mundo natural.
Esa es la cuestión.
Y hablando de la relación con la naturaleza, García destaca una paradoja fascinante sobre la historia de Valencia.
Habla de la Horta, esa llanura tan fértil que caracteriza a la región.
Sí, una zona de gran riqueza agrícola.
Pero, y aquí viene la paradoja, esa misma llanura se construyó sobre las mismas inundaciones que ahora la amenazan.
Es irónico, ¿no?
Totalmente. ¿Por qué se aceptó ese riesgo durante tanto tiempo? ¿Qué nos dice eso sobre nuestra relación con la naturaleza?
Son preguntas muy interesantes. Y para intentar responderlas, García introduce un concepto que me parece clave, la urbanización óptima.
Urbanización óptima.
Sí, se trata de encontrar un equilibrio, un equilibrio delicado entre aprovechar los recursos naturales y respetar sus límites.
Es como un tira y afloja constante, ¿no?
Totalmente. Intentamos obtener el máximo beneficio de la naturaleza, pero a veces ella nos devuelve la realidad.
Y hablando de controlar la naturaleza, García menciona un ejemplo en su estudio que me hizo reflexionar mucho.
La ruptura de la presa de Tuz en 1982.
Ah, sí. Un evento que tuvo consecuencias devastadoras.
Una obra de ingeniería diseñada para prevenir inundaciones terminó empeorándolas al colapsar.
La ironía, ¿no?
Totalmente. Y esto nos plantea una pregunta crucial.
¿Podemos realmente controlar la naturaleza con cemento y tecnología o debemos replantearnos nuestra estrategia?
Es una pregunta que debemos hacernos sin duda.
Y esto me lleva a otro punto del estudio que me impactó.
García argumenta que el auge económico y la rápida urbanización de Valencia, especialmente la Horta Azul, intensificaron el impacto de las inundaciones.
Y eso no es un problema exclusivo del mundo en desarrollo, como solemos pensar.
No, no, en absoluto.
Ocurre también en países desarrollados.
Es un desafío global.
Las decisiones del mundo desarrollado, impulsadas por el crecimiento económico y la expansión,
pueden crear vulnerabilidades que nos hacen más susceptibles a los desastres.
Es un punto muy importante. No se trata solo de la falta de recursos, sino de cómo los utilizamos.
García incluso introduce el concepto de prosperar hacia abajo, basado en el trabajo de Odom y Odom.
Un concepto muy interesante.
Plantea un futuro donde nos adaptamos a la disminución de energía y recursos, con centros urbanos menos densos y un retorno a los espacios verdes.
Un cambio de paradigma radical, sin duda.
Pero este desastre, estas inundaciones en Valencia, nos obligan a considerar ideas innovadoras para construir un futuro más sostenible y resiliente.
Totalmente.
Y esto, por supuesto, no solo aplica a Valencia, ¿verdad?
No, no, para nada.
Aplica a todas las regiones que experimentan un rápido crecimiento.
A nivel global.
Y hablando de desigualdades, García señala algo muy importante en su estudio.
El impacto de la inundación no fue uniforme.
Claro, no afectó a todos por igual.
Hubo factores como la edad, el estatus económico e incluso la ubicación.