Detrás de las palabras: Claudio Jacquelin dialoga con Pablo Seman

Y con Natural, Cáscara de Nuez, de Alice in Chains.

Vamos a hablar con Pablo Simán, sociólogo, antropólogo, especialista en religiosidad popular, hombre que tiene un termómetro como pocos de lo que pasa en los sectores populares, en esos lugares donde muchas veces muy pocos saben qué está pasando de verdad, que hay mucho prejuicio y que cuesta entender por qué toman algunas decisiones que a veces sorprenden en lo político, como pasó hace nada, hace dos años.

Hola Pablo, ¿cómo estás? Muy bien, muchas gracias por la presentación y por la invitación a conversar.

Pablo, en ese conocimiento tuyo de la religiosidad popular me interesa saber, bueno, estas horas, la muerte de Francisco, el papa que probablemente más llegó a los sectores populares, que más volvió a poner la iglesia en ese lugar que venía perdiendo terreno, ¿qué significa? Bueno, mirá, a pesar del termómetro que decís que tengo, yo me declaro bastante sorprendido, porque algunos indicios tenía, me superan en el sentido de que el papa tenía en la consideración popular en Argentina y tal vez a nivel mundial en otros países, digamos, una presencia muy querida, ¿no? Y digo no sólo por sus posiciones, si se quiere más, políticas, su agenda vinculada a las causas justas, aunque también por eso, sino también, por otro lado, por sus propias posiciones en el campo de las prácticas de los sagrados.

Es un papa que vivió muy productivamente con la expectativa popular de milagro.

No porque él hiciera milagros o sanaciones, sino por una forma de presencia que él desarrolló en relación a los sectores populares, discreta y al mismo tiempo sorpresiva, íntima, negativamente disruptiva.

A ver si trato de entenderte. Lo que vos estás, de alguna manera, diciendo es es un papa que no sólo te prometía la vida eterna, que te prometía la redención en la otra vida, sino que te acercaba a tener una vida mejor en lo que era la vida terrenal. Esto es un poco lo que vos estás expresando.

En parte eso, pero quiero insistir en algo que no dije bien.

Jugó, no digo irresponsablemente, sino que supo dialogar con las expectativas de presencia de lo divino en la vida cotidiana.

Su propia forma de relacionarse, de ir a todos lados, comunicarse telefónicamente de forma individual. Hay una cosa que dicen los jesuistas, que yo pude recuperar en estos últimos tiempos, a partir de hacer un examen retrospectivo de lo que vino haciendo Francisco, que es estar en lo pequeño y en lo grande.

Francisco estaba en lo grande. Las migrantes, las exclusiones, la ecología, la inclusión de la diversidad genérico-sexual en la iglesia.

Lo trascendental en la vida cotidiana, de alguna manera.

Exactamente. Y por el otro lado, traer, casi diría, más que lo trascendental en la vida cotidiana, a ser inmanente lo divino. Sacarlo del más allá y traerlo al más acá. A través de su propia figura.

Algo que parecía que estaba siendo patrimonio, sobre todo, de los evangélicos en esos sectores.

Exactamente. Yo creo que él es el tipo que mejor entendió que justamente los evangélicos tienen prácticas donde los sagrados no están en el más allá, están en el más acá, y es inmanente. Es una palabra muy compleja, pero quiere decir que está más acá. Y Francisco supo jugar y traccionar lo divino de lo trascendente a lo cotidiano.

Pablo, hay alguna parte de lo del Papa que vos acabás de mencionar, que además de esto, de esta presencia de lo sagrado en la vida terrenal, en lo cotidiano, también estaban valores, defensa, principios, posicionamientos que tenían que ver con lo político, interpelaciones que le hacía al poder, muy potentes.