DEx 09x07 Fantasmas Robot del Futuro: Por Qué el Tiempo No Existe y los OVNIs Son Nosotros

Hola amigos, hola amigas, bienvenidos una semana más a nuestra cita en estos días extraños.

Antes de meternos en el tema de hoy, permitidme que os hable de alguien que probablemente ni os suene, pero que tiene su cierta importancia, porque este alguien consiguió algo extraordinario, convertirse simultáneamente en gurú millonario, icono de masculinidad tóxica y fugitivo internacional.

Se llama Andrew Tate y durante algún tiempo fue el hombre más buscado en Google de este planeta.

Antiguo kickboxer, multimillonario, calvo con gafas de sol permanentes, propietario de Bugatis y creador de Hasler University, un curso online que prometía enseñarte los secretos para hacerte rico.

El precio era $49 dólares al mes y tuvo algo más de 100.000 estudiantes en su momento álgido, casi 5 millones de dólares mensuales.

Supongo que este tipo de perfil te suena, porque en España y en otros países hay cosas parecidas, hay Andrew Tate de marca blanca, pero si cito el ejemplo de Tate es porque fue el primero, porque fue el más importante, pero es perfectamente aplicable a todos los demás, lo que vamos a decir y a contar.

Porque Andrew Tate no vendía solo técnicas de venta directa de dropshipping, de inversión en criptomonedas, no, Tate vendía algo mucho más potente, mucho más peligroso, vendía una identidad, vendía una forma de ser hombre en el siglo XXI.

Según su evangelio, los hombres de verdad conducen supercoches, fuman puros, practican artes marciales y sobre todo no se dejan mangonear por nadie, especialmente por mujeres, porque en el universo Tate las mujeres son propiedades, objetos, inferiores por naturaleza.

Te lo digo literal, este tipo afirmó públicamente que las mujeres no pueden conducir tan bien como los hombres, que deberían quedarse en casa, que si las agraden es parcialmente su culpa por salir de casa y que cuando una relación no funciona, según él, el problema nunca, nunca es del hombre.

Lo más perturbador, que millones de chavales adolescentes se lo tragaron entero.

En 2022 profesores de secundaria de Reino Unido, de Estados Unidos sí, también de España, reportaban el mismo fenómeno, niños de 13, de 14, de 15 años que repetían las frases de Tate en clase, muchos de ellos ni siquiera sabían que eran originalmente de Tate.

Y ahí los tenías, justificando la violencia machista, citándole como si fuera un filósofo, TikTok, Instagram, YouTube… Los algoritmos adoraban a Andrew Tate porque Tate había descifrado el código, contenido polarizante, clips cortos, frases contundentes que generaban reacción, indignación, engagement en definitiva, porque no importaba si te encantaba o te repugnaba, estabas viéndole, estabas compartiéndole, estabas hablando de él, y cada visualización era dinerito en su bolsillo y un embudo, una autopista hacia su Hasler University, que ahí es donde estaba la pasta de verdad.

Ahora bien, ¿qué enseñaba exactamente esa presunta universidad? Pues marketing de afiliación, comercio electrónico, inversión en cripto, gestión de redes sociales, vamos, nada que no puedas encontrar.