
Diario Caminus Finisterrae Día 3. Salas-Pola de Allande

Description of Diario Caminus Finisterrae Día 3. Salas-Pola de Allande
Jose de Caminus: "Ayer el camino nos puso en nuestro sitio. Las pasamos putas... Rubén pinchó una rueda, Antonio tuvo un susto con la furgoneta... pero los paisanos nos echaron una mano"
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar a siento camino, camino sobre la bar.
Vale, nosotros con los amigos de Caminus no hacemos esto de oye, que se van no sé dónde y tal.
No, no. Estamos en su despedida, pero luego les seguimos.
Les seguimos telefónicamente. Cuando seamos ricos, cuando nos toque la primitiva haremos lo de Radio Furgoneta, nos compraremos una furgoneta y les seguiremos allá donde vayan.
Te doy un titular. Dame titular.
A ver.
Ayer has pasado en Putas Creo.
¿Qué dices? Pero el titular es como así...
Poco extraño, porque el Creo...
Hemos llamado al teléfono de Rubén, pero hay veces que se pasa en el teléfono.
¿Quién está ahí? Rubén, José.
Hola, buenos días.
¿Qué pasa, José? Muy buenas.
Soy Manolo, un señor que está aquí en el albergue y les he cogido el móvil a estos tres chalados.
Esa voz es inconfundible, muy radiofónica y nos gusta mucho.
Lo que habéis hecho hoy me ha alegrado el día, porque no sé muy bien cómo lo voy a hacer, pero me voy a imaginar a Mireia durante toda la etapa de hoy con 200 kilos y un metro de peso y ahí van detrás dando patadas a todo el mundo.
Yo chiquitico, de un metro, dando pisotones a la gente y cabezazos en los huevos.
No pisotones, cabezazos.
Estaba yo aquí solo, riéndome como un niño.
Ay, qué bueno, qué bueno.
¿Qué tal, cómo estamos? ¿Qué tal vosotros? A ver, que me dice Jota que las habéis pasado… Las hemos pasado putas, sí.
La primera etapa, la verdad, es que el camino nos puso en nuestro sitio.
Desde que esto comenzó en el año 2018-19, no habíamos tenido un día tan cabrón.
¿Se puede decir cabrón? Sí, se puede decir cabrón.
Yo creo que nunca.
Arrancamos y, según arrancamos, íbamos a salir de Oviedo, después de tres kilómetros y pico recorriendo todas las calles de Oviedo, yo creo que lo hacen en hosta para que veas la ciudad, y Rubén pinchó la rueda.
Antonio se había ido ya a tomar por saco cuando le llamamos.
¿Cómo voy a volver yo allí ahora, si estoy aquí en la montaña? Bueno, ya nos ha dado una lección, Antonio no se puede marchar tan lejos y tiene que estar siempre un poquito más cerca de nuestro.
Bueno, arreglamos la rueda, un subidón terrible.
Todo para delante, venga.
Y, al final, Antonio con la formeta tuvo un pequeño susto también.
Empezó a salir humo, pensamos que era el embrague.
Bueno, se puso muy nervioso.
Pero, bueno, en equipo y con calma fuimos capaces de solucionarlo.
La gente aquí maravillosa.
Pararon aquí unos paisanos, unos paisanos.
Paisanones.
Bueno, bueno, a echar una mano.
Yo creo que hubo un señor que se iba a su casa a comer, se paró con Antonio para echarle una mano y, al final, le acompañó hasta un pueblo a no sé cuántos kilómetros para asegurarse de que la furgoneta iba bien.
Se dio la vuelta, paró por el camino.
Bueno, chavales, todo bien.
Genial, o sea, nos quedamos maravillosos.
La gente maravillosa, maravillosa de verdad.
Así que, bueno, hoy estamos aquí en un día precioso, en un sitio idílico, al pie de la montaña.
Nos han dicho que no se nos ocurra meternos al camino, que vayamos a la carretera, porque vamos a encontrar incluso escaleras de roca.
Es increíble, que no, que no.
Que por aquí no, que no.
Que no llegáis, ¿no? Así que, bueno, ya encontraremos alguna pista que nos permita ciclar por entre árboles o tal.
De momento nos vamos a ir a la carretera secundaria y, bueno, cincuenta y tantos kilómetros tienen la culpa hoy.
Cincuenta y tantos.
Ayer, cuando me ha dicho Jota que les habíais pasado canutas, digo, a ver si les...
Porque aquí cayó un tormentón bastante elegante.
Digo, a ver si les ha pillado tormenta y han tenido problemas con el camino y tal.
La tormenta nos rodeaba pa'lante y pa'atrás continuamente, pero no llegamos casi, casi a mojarnos.
Qué buena.
Lo que nos faltaba, decía Rubén, no me lo puedo creer.
Digo, ¿qué te pasa? Yo estaba debajo de un árbol.
Dice, está empezando a llover.
Unos tormentones.
Pero, bueno, salvamos.
Nos mojamos un poquito, pero salvamos.
Ya hubiera sido el Sumun.
Luego nos moríamos de la risa.
Digo, hacíamos el vídeo, luego empapados de agua.
Bueno, todo ha salido genial.
Muriéndonos de la risa.
Bueno, pero salvo un pinchazo y esto, no ha habido caídas, no ha habido...
Bueno, bueno, sí, sí. También, también, también.
A ver, esas cosas pasan siempre, siempre, Iván.
Nos las escondéis.
Nos metimos al camino con toda la ilusión del mundo.
¡Va, qué guapo el camino! ¡Mira qué sitio más bonito! ¡Mira una vaca! ¡Mira un caballo! Y, de repente, un montón de piedras ancladas al suelo y Rubén se quedó con la rueda izquierda delantera en el aire y no era capaz de ir ni pa'un lado ni pa'otro.
Yo, tira pa'atrás. Y él, tira pa'lante.
Y bueno, ya vino un grupo de personas que nos habían visto entrar al camino y tenían la curiosidad de vernos por allí.
Y algunos venían en bicicleta, la leche, tal.
Y nada, entre 5 o 6 personas nos ayudaron a pasar.
Porque es que era pasar un escollo y a 50 metros estaba la carretera.
Decías, ¿cómo os vais a dar la vuelta otra vez hasta Oviedo? ¡Que no, hombre, no, por Dios! ¡Estáis locos! ¡Que a la vuelta se da! ¡Que no, que ahí a 50 metros está la carretera! Bueno, pues nos ayudaron y genial.
Y genial, un montón de fotos con ellos.
Había una chica, se emocionó con nosotros un montón.
La dejamos llorando.
Comments of Diario Caminus Finisterrae Día 3. Salas-Pola de Allande