DIARIO EN MOVIMIENTO 16-9-2025 Flashback digital: rebobinar videojuegos

Esto es Diario en Movimiento, un podcast sobre tecnología y cultura digital donde también exploramos recuerdos del pasado y reflexiones sobre el futuro. Un espacio para no perder el ritmo del mundo digital. Buenos días y feliz martes. Estamos a 16 de septiembre de 2025, episodio 712 del podcast y hoy me apetece hablaros en la sección Flashback Digital sobre la época en la que jugar no bastaba con encender la consola y pulsar Start. Fue que en los 80, incluso hasta principios de los 90, muchos videojuegos llegaban en cintas de cassette y había que rebobinarlas para poder volver a jugar. Así que vamos a recordar un poco este ritual tan particular, porque antes de que llegaran los cartuchos, los discos, los CDs, ya con la Playstation y todo esto, los ordenadores domésticos como el ZX Spectrum, el Amstrad CPC o el MSX usaban cintas de cassette para cargar juegos y estos traían datos que se grababan como señales de audio que el ordenador interpretaba al reproducir la cinta. Todo esto significaba que si querías volver a jugar desde el principio, literalmente tenías que rebobinar la cinta entera.

Y bueno, pues la carga además era muy muy lenta, a veces se te hacía eterno y además había muchos errores con todo esto, porque a lo mejor estabas a mitad de carga y había un error en la lectura y tenías que volver a empezar. El proceso, como digo, era muy lento. Cargar un juego podía tardar, cuando digo muy lento, que es que podías tardar entre 5, 10, 15 minutos tranquilamente en cargar el juego en el que tú no oías más que soniditos, ruiditos e ibas oyendo diferentes ruidos y si la cinta no estaba bien rebobinada o la pletina estaba sucia, el juego directamente no cargaba y había que empezar de nuevo. Así que mucha gente recuerda todavía aquellos pitidos, esos chirridos característicos que solían salir del altavoz durante la carga y la verdad es que esto era bueno pues muy muy particular. Bueno, como veis este sonido, que parece que ha habido un error con la grabación pero no es así, es que era como sonaba una cinta al cargarse. Esto era lo que oíamos y los sonidos que teníamos que estar aguantando hasta que se cargaba el juego.

Y como digo, muchas veces aún así teníamos que volver a empezar de cero porque daba error. Cuando eso pasaba tenías que rebobinar literalmente la cinta a mano o con un boli. Si el reproductor tenía, pues echabas para atrás y si no, pues cogías y con algunos trucos, yo que sé, incluso cogías con la mano o con un boli. Yo recuerdo perfectamente los típicos bolis bic que lo metías en uno de los lados y hacías girar la cinta y hasta que rebobinabas del todo la cinta de cassette. Incluso había gente que memorizaba la posición exacta de la cinta donde empezaba su juego favorito porque a veces las cintas traían varios juegos. Es decir, no era una cinta para un juego sino que a lo mejor la cinta te la había dado gratis o bueno, gratis. La habías comprado con una revista de videojuegos, que esto pasaba mucho, te comprabas una revista con videojuegos que traía una cinta con cinco o seis juegos y cada juego estaba en una parte concreta de la cinta. Entonces había gente que exactamente ponía una marca donde empezaba su juego favorito y así podía cargarlo desde ahí.

Era habitual que, como digo, en una cinta hubiera tres o cuatro juegos que a lo mejor rebobinar con precisión hasta una parte concreta era complicado. No era una cosa sencilla y esa rutina de rebobinar videojuegos, que puede parecer arcaica hoy en día, formaba parte de ese ritual que añadía un poco de emoción y te exigía una gran paciencia para poder jugar a juegos que os podéis imaginar cómo eran aquellos videojuegos. O sea, eran la cosa más básica y sencilla del mundo. Eran videojuegos que en muchos casos los había desarrollado una persona sola en su casa y que los había comercializado de la forma más rudimentaria posible y se distribuían también de una forma muy muy básica. Por eso digo que a veces algunos se popularizaban a través de estas revistas de videojuegos y era una cosa muy muy personal. Es decir, estos videojuegos no enganchaban como los de hoy en día porque sus dinámicas de juego eran también muy muy básicas, pero tenían cierto encanto por eso de que jugabas a algo que nadie más tenía. Jugabas a algo en cierta medida único y muchas veces descubrías que era algo que