Domingo 16 de febrero - Lucas 6, 17. 20‐26. Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.

Bienaventurados los pobres, hay de vosotros los ricos.
Este domingo vamos a escuchar las bienaventuranzas, no tanto en la versión de San Mateo, cuanto
explicadas por San Lucas.
Son iguales, lo que pasa que cada evangelista insiste más en una dimensión que nota.
De hecho, en la Evangelia de Lucas, junto a la bienaventuranza, hay después común
hay, o qué desgracia, y dice, fijaos, hay de los ricos, porque estáis saciados.
Y con esto, ¿qué quiere decir?
Que Jesús tiene manía a los que tienen dinero, que Jesús tiene manía a los que tienen una
casa o dos casas o diez, o que tienen un buen coche, no.
Jesús lo que quiere enseñar es que mientras que en la vida el corazón tenga deseos, deseos
de cosas buenas, deseos de llegar, deseos de alcanzar, deseos de vida eterna, entonces
eso va bien, y eso se llama la pobreza espiritual, que es la que sabe que todo es un don, que
todo se recibe.
Ahora, si tú tienes el corazón saciado, si no necesitas, crees que no necesitas de nada
porque tienes de todo, y eso te hace sentirte superior a los demás, que no necesitas de
Dios, que eres como tu propio emperador de tu propio reino, una persona que está saciada
de todo, es una persona que al final se ha hecho un ególatra, porque se ha dado culto
a sí mismo, se ha preocupado solo de sí mismo, tiene de todo, no le falta nada y tan
contento.
Y a lo mejor eres un pobre desgraciado, porque sobre todo Jesús lo que nos pide es no miréis
solamente lo que sucede en el tiempo, mirad también lo que va a suceder en la eternidad.
Pues bienaventurados los pobres, efectivamente, pero también hay de vosotros los que estáis
completamente saciados, los que Jesús llama evangélicamente los ricos.
No hay que entender ni la riqueza ni la pobreza en el sentido económico nada más, ni en el
sentido sociológico, hay que entenderlo en el sentido más profundo y más espiritual.
Y por eso, mi corazón, ¿de qué tiene sed?, ¿de qué tengo necesidad?, ¿quiero estar
en comunión con los míos y a lo mejor no sucede?, ¿quiero tener paz interior y reconciliarme
con mi historia y a lo mejor no sucede?, ¿me gustaría tener un trabajo en el que yo pudiera
desarrollar y a lo mejor no sucede?, ¿cuántas cosas no suceden?
Y sin embargo tenemos la experiencia de que hay gente que tiene de todo, y tiene una
buena familia, tiene salud, tiene un buen trabajo, tiene una familia maravillosa y sin
embargo no están satisfechos, no son felices, están siempre con un pero, no es malo desear
y a lo mejor el Señor efectivamente dilata en el tiempo ese deseo porque cuando disfrutemos
de los bienes buenos que deseamos, los gozaremos mucho más.
Y por tanto, que no te importe que en tu vida haya carencias, que no te importe que en tu
vida todavía no hayan pasado cosas que a los demás les han pasado y a ti no, no te
consideres más desgraciado, no te desprecies, no te victimices, no te entristezcas, hay
muchas cosas que el Señor por lo que sea, por un designio que ya comprenderemos, no ha
permitido que suceda.
Si tu deseo permanece, ten la seguridad que en la eternidad quedarás perfectamente saciado
y valorarás mil veces más todo aquello que tanto has querido.