Domingo 22 de junio - Lucas 9, 11b-17. Comieron todos y se saciaron.

Comieron todos y se saciaron.

Hoy celebramos en la Iglesia la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo.

Para nosotros la Eucaristía es como el milagro infinito de amor que nunca llegaremos a entender como aquel que ha hecho el Universo, aquel que es Todopoderoso, se esconde bajo las apariencias del pan y del vino y Jesucristo vivo, resucitado, está presente ahí con su cuerpo, con su sangre, con su alma y con su divinidad.

Y además no solamente nos gozamos de que está la Santa Misa, sino sobre todo hoy lo que celebramos es que después de la Misa Jesús se queda.

Y por eso las sagradas formas que quedan consagradas en la Misa las guardamos en el Sagrario, en el Tabernáculo.

Pero tal día como hoy abrimos los sagrarios, cogemos la custodia, el viril, dentro de esa custodia ponemos la forma consagrada, el Santísimo Sacramento del altar y Jesús sale de la Iglesia para recorrer nuestras calles, para recorrer nuestras avenidas, para ser conocido, amado y honrado por los hombres.

Y en tantos lugares de todo el mundo preparamos altares, pétalos de rosas, sales de colores, ornamentamos las casas con todo el cariño porque es el día del Señor, es el día que el Señor sale de su casa, digamos solemnemente, para darse a conocer y para decirnos camino con vosotros, estoy con vosotros, siendo Dios me echo uno de vosotros.

Y por eso claro, fijaos, es un día preciosísimo el día del Corpus Christi para que todos nosotros seamos conscientes del regalo que supone tener un sagrario cerca, tener un sagrario en el pueblo, tener un sagrario en el barrio, tener un sagrario con cierta proximidad para que yo pueda ir allí a contarle mis penas, a desahogarme, a adorarle, a bendecirle, a tantas cosas tan bonitas que suceden delante del Santísimo Sacramento, que es ese manantial donde brota todo el amor de Dios y que quiere Dios que además que lo veneremos.

Por eso el día del Corpus Christi para cualquier cristiano es un día especial y que no es solamente un día espiritual.

Hoy se nos recuerda que el amor a la Eucaristía necesariamente está vinculado al amor a los más necesitados, porque Jesús se queda en un modo pobre, en una apariencia pobre, como damos a entender que en los pobres también está.

Si nuestra devoción a Dios y nuestro trato con Dios nos lleva a desentendernos de las necesidades de los más pobres, no sería un trato de una devoción verdadera.

Hoy es el día del Señor, hoy el Señor sale de las iglesias, doblan las campanas, es una fiesta preciosísima que todos tenemos que vivir, pero dentro de nuestro corazón.

Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, decimos muchas veces y lo repetimos, y que no sea solamente el día de hoy, el día del Corpus, el día de estar delante de la Eucaristía, sino que todos los días, si podemos, acudamos a la Eucaristía, al Tabernáculo, para dar gloria a Dios y para estar en comunión con Él.