Domingo 5 de octubre - Lucas 17, 5-10. ¡Señor, auméntanos la fe!

Señor, aumentanos la fe. Es la súplica que hacen los apóstoles a Jesucristo porque se dan cuenta que efectivamente que la fe es frágil. Siendo un don de Dios, no todo el mundo puede tener fe. Sabemos que la fe es un regalo. Que Dios se la regale y la ofrece a toda la humanidad, que hay algunas personas que la saben acoger, hay otras personas que a lo mejor ni se dan cuenta que se les está regalando, pero aquellos que tenemos un poquito de fe, sabemos que es el regalo más grande que Dios nos puede hacer y que esa fe hay que cuidarla porque al principio es como una llama pequeñita que hay que proteger incluso del viento, de los soplidos, y que si no cultivamos la fe es como el fuego al que tú le vas añadiendo leña de vez en cuando que puede terminar apagándose.

La fe es una relación con Dios y como toda relación, las relaciones o se cuidan o se enfrían y se pierden. Y por eso los apóstoles siendo conscientes de su fragilidad y siendo conscientes de que a veces tenían dudas, de que a veces les daba miedo seguir a Jesús, de que habían injusticias muy grandes y que no sabían cómo responder a esas injusticias, dicen, pero bueno, ¿para qué me sirve la fe? Dicen, señor, danos más fe. No equivoquemos nunca la fe con la moral, ni siquiera identifiquemos la fe con ese estoicismo de porque tengo fe lo aguanto todo. Eso es un don de Dios. A mí hay gente que me dice, don Jesús, debo tener muy poca fe porque tengo miedo, debo tener muy poca fe porque a veces me enfado con las cosas injustas.

Dicen, no tiene nada que ver con la fe. La fe es una relación sólida. La fe es como esa seguridad interior que nadie te puede dar nada más que la presencia interior de Dios, de que hay alguien que te ha llamado a la existencia, que hay alguien que te quiere y atención, que interviene en tu vida. Os he hablado alguna vez de ese libro que a mí me ayudó tanto leer que se titulaba La fe de los demonios. Es curioso, el argumento del libro es, los demonios claro que tienen fe porque saben que Dios existe. ¿Cuál es el problema de los demonios? Que no dejan a Dios intervenir en su vida, que no quieren ser amados por Dios, que no creen que Dios les ame, ni quieren que Dios les ame. Nosotros no podemos tener esa fe.

Nuestra fe es saber, como los demonios saben que Dios ama, pero los demonios no quieren dejarse amar por Dios. Mi fe consiste señor en dejarme amar por ti y por tanto decirte, aumentame la fe, es decirte señor que cada día sea más consciente que me quieres, que cada día sea más consciente de cómo te implicas en mi vida sin que yo lo note, que me deje cada día amar más por ti, que no dude nunca de tu amor, que nunca dude de que aunque las cosas no me salgan bien y aunque la vida me golpee, que tú nunca me has dejado, todo lo contrario, incluso en esos momentos de cruz tú estás más presente y me amas más que nunca. Y por eso al decir señor aumentanos la fe, sería como decir señor que nunca dude de tu amor y que nunca dude de que tú puedes intervenir en mi vida.