
Domingo 7 de septiembre – Lucas 14, 25-33. El que no carga con su cruz no puede ser discípulo mío.

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Meditación del día 7 de septiembre de 2025 Palabra de Vida
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El que no carga con su cruz, no puede ser discípulo mío. Es bonito ver cómo Jesús no dice el que carga con la cruz, sino con su cruz. Sabéis que la cruz es el resumen del misterio del dolor injusto que sucede en nuestra historia. La cruz puede ser una enfermedad, la cruz puede ser un familiar que no ha estado en su sitio, la cruz puede ser una injusticia que tengo que padecer.
O yo también puedo ser la cruz de otras personas. ¿Por qué no de reconocerlo? Mi falta de carácter, mi mal genio, mi incompetencia. Pero fijaos, curiosamente, Jesús no nos dice rechaza la cruz, huye de la cruz, resuelve la cruz. Claro que hay situaciones injustas que tenemos que resolver, pero hay otras cruces que a lo mejor son para toda la vida.
Y entonces lo que dice es que la abraces, no por tanto que maldigas tu historia, que maldigas tu mala suerte, que vivas instalado en la queja continua que mala suerte tengo con mi salud, que mala suerte tengo con mi familia, con mis nueras, con mis suegros, con mis padres. No, a cada uno nos toca vivir una historia que no hemos elegido.
Fijaos que esa famosa frase, que yo la he compartido con mis hijos muchas veces, no me importa repetirme. Nadie me preguntó si quería vivir. Y nadie me preguntó lo que iba a pasar en mi vida. Ni el país donde iba a nacer, ni los padres que iba a tener, ni sus defectos, ni el trabajo que iba a tener o no tener. No me dejan elegir.
Pero sí me dejan elegir con mi libertad qué significado quiero darle a la cruz. Y por tanto piensa cuáles son las cruces en tu vida. Es decir, qué es lo que más te hace sufrir, qué es lo que más te molesta, cuál es esa china en el zapato, esa piedrecita que tienes metido en el zapato que a veces te hace daño. Y claro, sí, es muy fácil quitarse la china de repente pero a veces es que no se van.
Y tienes que elegir o vivir en la queja, vivir en la amargura, vivir en la acusación, vivir en la crítica, vivir en el ataque, vivir en la frustración o vivir en la serenidad, en la aceptación, en ese saber seguir a Jesús pero también seguirle con tus cruces. Que a veces la cruz es un defecto personal que nadie conoce pero que tú lo vives dentro de ti, que puede ser un complejo, que puede ser una timidez, que puede ser una insatisfacción, que puede ser un miedo, y eso te va a acompañar durante mucho tiempo. Y hay que saber ser discípulo de Jesús también en esas circunstancias.
Jesús no promete a sus discípulos, si me seguís, todo os va a ir muy bien. Promete el cielo, pero no promete que aquí en la tierra todo nos vaya a ir fantásticamente bien. Ponle un nombre a tu cruz, abraza a tu cruz, acepta tu cruz y siga a Jesús, que él en el camino la va a cargar contigo, que él va a llevar el peso mayor y entonces solo podrás decir soy discípulo de Jesús porque he asumido y aceptado la cruz que le ha permitido que haya en mi vida.















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