DONDE METO EL RENCOR - Más de la vida con Jorge Cota

Bienvenidos a otro mensaje de Más de la Vida con Jorge Cota, un hombre joven y dinámico comprometido al cambio positivo de nuestras familias y nuestra cultura.

Y ahora, Más de la Vida con Jorge Cota.

El mundo en el que vivimos no conoce la gracia, no conoce la amabilidad, todo mundo desea vengarse y es por eso que muchos de los países pobres invierten la mitad de sus ingresos en armamento.

No tiene sentido que un país donde la gente se esté muriendo de hambre invierte en armas para destruirse unos a otros, pero ese es el mundo en el que vivimos y como consecuencia esto hace que la gracia y la compasión sean casi imposibles.

Sin embargo yo creo que como personas que afirmamos ser creyentes, tenemos que abrazarnos de la gracia, porque la gracia es fantástica y poderosa.

La gracia no es justificable, Dios no ha sido justo con nosotros, si hubiese sido justo con nosotros hubiera requerido justicia y venganza, sin embargo Dios nos dio gracia y como consecuencia hoy Él espera que nosotros seamos justos con los demás.

Y el perdón requiere que tratemos a los demás de la misma forma que Jesús nos trató a nosotros.

Entonces hoy vemos el mensaje titulado, ¿Dónde meto el rencor mientras oro? Y vamos a hablar del perdón.

En Efesios 4.32 dice lo siguiente, Más bien sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.

Yo le quiero recordar que perdonar es esencial para nosotros, escríbalo, perdonar es esencial, no es una opción, no fuimos diseñados para vivir en fricción en enemistad con los demás, no fuimos diseñados para la división, en lo profundo de nuestro ser existe una necesidad muy básica para la reconciliación y no el resentimiento.

Ernest Hemingway contó la historia de un padre español que por fin decidió reconciliarse con su hijo, este se había ido de su casa a la ciudad de Madrid y el padre publicó un anuncio en el periódico Liberal y el artículo leía lo siguiente, Paco, hijo, te espero en la Plaza Mayor junto al Hotel Montana el martes a las 12 pm, te perdono todo, firmado tu padre.

Ahora, si usted no está muy bien familiarizado con la cultura española, en España Paco es un nombre muy común, y al día siguiente cuando el padre fue a la Plaza Mayor se encontró a 800 jóvenes que se llamaban Paco y cada uno estaba esperando a su padre, y señores hay algo en nosotros que anhela reconciliarse con aquellas personas que nos han ofendido, no fuimos diseñados para la amargura, no fuimos diseñados para el rencor, el perdón es esencial para todos, de hecho es esencial para los que ofenden, escríbalo, el perdón es esencial para los que ofenden, la iglesia en Corintio había expulsado a uno de sus miembros por haber hecho una maldad y esta persona se arrepintió pero no lo perdonaron y San Pablo los corrigió en 2 Corintios 2 7 dice, más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza, y señores Dios no espera que autoricemos a alguien para hacer algo, sin embargo cuando alguien se cae hasta el suelo Dios si espera dos cosas de nosotros y una de ellas es perdonar, la palabra más común del Nuevo Testamento para perdonar significa remitir la deuda, la ofensa, la falta o el delito, perdonar significa dar por olvidada la ofensa, pero nosotros preferimos olvidar al que nos ofendió, el verdadero perdón es olvidar la ofensa y San Pablo dijo que también debemos consolar, la palabra consolar significa aliviar la pena o aflicción de alguien, si no perdona y conforta a un nivel personal llevara a esa persona a excesiva tristeza, y nosotros no somos llamados a causar excesiva tristeza a las personas arrepentidas, ¿escuchó? nos fuimos llamados a causa excesiva tristeza a las personas arrepentidas, si no estamos dispuestos a perdonar causamos que la otra persona se ahogue en la tristeza porque nosotros somos los que tenemos el boleto de libertad para esa persona, y mientras no estemos dispuestos a perdonar, se seguirán ahogando en la excesiva tristeza, y está mal, y está mal para todos, si no perdonamos, perdemos la cabeza.

Un fin de semana de octubre de 1982, Kevin Tano, un joven de 17 años, estuvo involucrado en un accidente de tránsito, tomó una decisión bastante estúpida, decidió conducir y tomar al mismo tiempo, chocó con otro auto, matando al conductor, una jovencita de 18 años, y Kevin fue condenado por homicidio involuntario y por conducir bajo el estado de ebriedad, pagó su sentencia en prisión, mas aparte cuando salió de la cárcel invirtió 7 años haciendo campaña en las escuelas contra los conductores embriagados, estaba completamente arrepentido por la decisión tonta que había tomado, la familia de la muchacha lo demandaron por 1.5 millones de dólares, pero se conformaron con 936 dólares y que pagara un dólar a la vez cada viernes por los próximos 18 años.

El dinero no era el caso, los padres de la jovencita querían que fuera un recordatorio semanal del día en que murió su hija, 4 veces los padres de la muchacha llevaron a Kevin a corte porque no pagó ese dólar, y no es que Kevin no quería pagarles, era ese bendito recordatorio semanal de la muerte de la muchacha lo que lo atormentaba, de hecho ofreció una caja con 936 cheques de un dólar para pagarlo.