Ecos de Bardulia I - Capítulo 13 (Último)

Capítulo trece encaramado en el saliente de roca que dominaba el peñascos el solitario ovejas con levantó su enorme cabeza y usme o profundamente betis quedando en el aire les penetrantes aromas del avanzado otoño aroma a humedad y hojas descompuestas árbol de lluvia arrastrado por el viento fresco del oeste la temperatura había descendido y el inminente o casos comenzaba envolver el valle en una violencia penumbra apenas destacaba ya el follaje del roble tal y la dorada silueta de los observables en el hielo un bosque silencioso y sombrío que se desprendía de sus colores otoñal es desnudando sus ramas desde la habitual te adoro el oso mastica lentamente las deliciosas pelotas tomadas de la carrasco mientras contemplaba el trajinar diario del zorro allá abajo y el vuelo precipitado del bando de perdices en la ladera percibió en el hocico el fétido hogar hora dado de la boquilla en el tronco de un pino cercano en la distancia escucho el real incoder pica maderos negro y el ronco grace unidos de las rocas que se agrupan ya en sus dormida la familia de jabalí es acudía ya al cortar para gozar y revolcarse embadurnado se en su barrio favorito algunos quedaban en la hierba del calderón al otro lado del río la gran familia del valle despertaba es ahora previa a lo caso le vino al morro el tufo el óvulo a un presente la estrecha senda poco antes había cortado el rastro y luego distinguido en la distancia la silueta del viejo cazador inmerso en sus correrías otoñal es merodeando y marchando con orines los confines de su vasto territorio lo había visto luego encaramado en su a un llavero donde ahora se encontraba el lance echando la oportunidad de cerrar sus mandíbulas sobre alguna incauta presa hasta que sorprendió y comenzó a perseguir a un ring que ante y flaco venado que se acercaba al relato para aplacar su sed vespertino miró a su alrededor ya no quedaba más pelotas allí por lo que se giró para retomar la senda que bajaba al vallejo antes de seguir por y no sobre una gran piedra que planteaba el camino luego los siguió avanzando y descendió despacio bordando con su enorme corta con la espesura del carrascal a través de la trocha apoyada por el incansable ir y venir diario del cajón meando el rastro de la carroña que le llevaba abajo junto al río no era que el manjar favorito en esa época del año prefería a ti borrarse con los frutos cariñosos de las zamora veros más juegos de los centrino si escaramuzas requerirse a las ramas de ser vales madroño los tajos y manzano silvestres pero un aporte fácil de carne no vendría mal para engordar su barriga de cara a la próxima internada no había sido un buen año de año cosa en las sombrillas húmedas tampoco debe idiotas en los robles de las laderas soleadas por lo que durante aquellos últimos días no le había quedado más remedio que recorrer el carrascal y luego a bajar al valle para rebuscar en las avellaneda y bajo los años los castaños el aporte su oficio de grasa que garantizará supervivencia de pronto un dolor intenso y poco frecuente y golpeó su nariz detuvo su paso y se quedó inmóvil sin mover un músculo juntando veinte ando el olor del peligro el olor del hombre era extraño lo hubiera habitual la presencia de los humanos en ese lado del valle no solían adentrarse en la espesura del bosque y alejarse de los caminos y veredas acostumbrados sigue avanzando con pasos lentos precavido y afinando la nariz percibiendo el temido olor cada vez más cercano de repente en mitad del sendero y cerca del tronco donde solía rascarse le sorprendió la presencia de una liebre atrapada por una de sus patas se acercó cauteloso se movía médicamente en un último y vano intento por escapar de aquella trampa mortal la observó con curiosidad y que la ligadura que la mantenía atrapada pelo de caballo de ahí provenía de los fuerte olor a humano de un violento zarpazo arrancó a la liebre de su trampa acabando con su vida de repente y apartando la a un lado dejando una de sus patas allí presa el enlace más tarde al volver daría buena cuenta de ella ahora era otro su destino antes de seguir restregó su espalda en el árbol preferido y lo hará año con una de sus garras dejando las marcas bien visible