Elric de Melniboné - M.Moorcock (8)

Cuentos relatos narraciones y otras fábulas del mundo pasado presente y futuro espejo de atropos ito te atreves a mirarte al espejo el rick de ni bone por michael moorcock mi libro segundo capítulo dos un nuevo emperador y un emperador renovado extrañas nubes llenaban los cielos el sol brillaba con fuerza rojo y enorme más allá de aquellas en las aguas del océano eran negras cuando las galeras doradas pusieron proa puerto por delante de la maltrecha nave insignia la hija del piar hay que avanzaba lentamente con los esclavos muertos por el esfuerzo todavía los remos las velas destrozadas colgando de los mástiles los guerreros tiznados de humo en las cubiertas y un nuevo emperador en el puente semiderruido el nuevo emperador era el único hombre jubiloso de la flota estaba realmente contento ahora era su estandarte in wilde elric el que ondeaba ufano en el mástil pues ir como había perdido un minuto en proclamar la muerte de enrique y declararse asimismo nuevo gobernante de merle ivonne aquel firmamento inusual era para ayer con una promesa de cambios de un retorno a los viejos tiempos y a la antigua fuerza de la isla del dragón su voz tenía un auténtico ronroneo de placer al impartir órdenes del almirante mahjong cooling que había sentido cierta prevención hacia el rick pero que ahora debía obedecer las órdenes de circón se preguntó si no habría sido preferible quizás hacer con el príncipe lo que éste había hecho sospecha el almirante con el desdichado el enrique day venta bar estaba apoyado en el pasamanos de su propia nave la satisfacción particular de allí y prestaba también atención al cielo aunque este traía para el presagio de desgracias la quinta bar había llorado la muerte del rey y su cabeza estudiaban la manera de vengarse de ayer con si llegaba á comprobarse que el príncipe había dado muerte a su primo por la posesión del trono de rubí meli bones apareció en el horizonte con su silueta de escarpados acantilados como un monstruo sombrío agazapado en las aguas guardando las espaldas a las asombrosas maravillas de su útero la ciudad de ensueño de reír las grandes rocas se alzaron amenazadoras ante ellos la puerta central del laberinto marino se abrió el agua la miel patio las pruebas doradas que la surcaban y las naves de oro fueron engullidas por la lóbrega húmeda de los túneles donde todavía flotaban los restos del encuentro de la noche anterior y por el hedor de los cadáveres blanquecinos hinchados visibles bajo la luz de las antorchas las proas avanzaron con arrogancia entre los restos de sus víctimas pero aborto de las escaleras doradas no había alegría pues traían la noticia de la muerte en combate del emperador tal era la versión que les había contado y circón esa noche y durante las siete siguientes la danza salvaje temer ni bonney llenaría las calles de la ciudad pócimas y conjuros harían que nadie durmiera pues el sueño les estaba prohibido a los libaneses