Endorfinart Podcast #12 "Autógrafos de sangre: de pactos antiguos al coleccionismo macabro"

Todo aquel que habla sin un oído atento está condenado a ser mudo, y cuidado, tened siempre en mente pensamientos alegres, pero no desesperéis, quedaros, vamos a recrearnos en este rincón en un rincón único, irreverente. Bienvenidos a Endorphin Art.

Buenas tardes, amigos, extraños. En una era donde la autenticidad es una mercancía más, el gesto de filmar con sangre puede decir más que mil palabras. Tan visceral como simbólico trasciende lo anecdótico. Es un acto performativo que desarma al espectador, una confesión indeleble y a menudo inquietante.

En este podcast nos adentramos en el universo de los autógrafos escritos con sangre, desde su significado histórico hasta su valor de mercado, explorando casos emblemáticos como el de Bram Stoker o Charles Manson para trazar un mapa de fetichismo, el horror y el arte en su punto de encuentro más extremo.

Firmar con sangre no es una invención contemporánea. En la antigüedad la sangre era usada para sellar pactos religiosos, matrimoniales o mágicos. Los contratos de sangre eran comunes entre hermanos de armas, clanes y seguidores de cultos. No se trataba sólo de compromiso, sino de identidad, la sangre como prueba irrefutable de voluntad y existencia.

Durante la Edad Media y el Renacimiento, este gesto también fue asociado a lo diabólico, el famoso pacto con el diablo firmado con sangre, como lo reflejaba Goethe en su famoso Fausto. De esta forma, la firma sanguínea adquirió una dualidad, podía ser símbolo de fidelidad o de condena eterna. Y ese mismo imaginario de la sangre como contrato, como marca indeleble entre la lealtad y la condena, no se quedó tampoco en la Edad Media. Siglos después la literatura lo retomaría con una fuerza bastante renovada.

Y aquí entra en escena un autor que ya no hablaba de pactos con el diablo, sino de otro tipo de pacto, el del vampiro. Bram Stoker con su novela Drácula convirtió la sangre en un símbolo narrativo que aún resuena hasta hoy y vibra en la cultura popular.

La sangre es para el vampiro, alimento, linaje, promesa, herencia y castigo.

Su mordida es una firma involuntaria. Stoker comprendió que la sangre no solo corre, también comunica. Los manuscritos de Drácula, cubiertos de anotaciones, correcciones y pasajes oscuros, funcionan como una metáfora de este proceso vital.

La obra como organismo viviente, cuya circulación está marcada por tinta o sangre.

Y en la actualidad cualquier objeto relacionado con Stoker o su novela, especialmente manuscritos o primeras ediciones firmadas, tienen un valor casi ritual en el mercado del coleccionismo gótico.

Pero ninguna figura encarnó mejor la distorsión del símbolo de la firma con sangre que Charles Manson. Desde la cárcel firmó cartas, dibujos y objetos con su propia sangre, alimentando un culto ya de por sí demasiado morboso. Y es que Manson comprendía el poder del objeto firmado como canal de influencia. Para sus seguidores un autógrafo con sangre era un nuevo testamento. Para el mercado negro del coleccionismo, una mina de oro. Su obra.